He estado ausente durante mucho tiempo, trabajos, penas, glorias y un largo etcétera de sangre, sudor y lágrimas. Nos olvidamos la rapidez con la que una simple conclusión puede derivar en un mar profundo e inabarcable de mentiras, ya que cuando el río de mentiras acaba en mar abierto, es muy difícil de ponerle remedio.
He leído esta mañana que Justiniano soñó lo imposible. Quería recuperar Roma, el “Viejo Imperio”, la Romania, como se referían los bizantinos a la antigua patria ocupada por los germanos. Algunos tachan a Justiniano de un soñador; dicen que llevó a la ruina un imperio ya sentenciado, que invadir los antiguos territorios occidentales solo acabó por desangrar más el deteriorado tesoro imperial. Aparte de ser un análisis sin fundamento y simplista, del que me avergüenzo si quiera de leer, solo se necesita leer un poco de historia, leer fuentes y manantiales; como dijo mi profesor de Historia Económica: en los números de ingresos del Imperio Romano de Justiniano para ver que la invasión a Occidente salvó a lo que quedaba del mundo romano de desaparecer. Si llegas a decirme que un hombre alargó la vida a su Imperio de dos siglos a 1000 años después, ¿no considerarías eso un logro? Pero no voy a intentar convenceros sin pruebas.
Las razones para explicar la supervivencia de Oriente en el siglo V
Hay muchas razones para explicar porque Oriente sobrevivió y Occidente no. A pesar de que no me ocupa tratar este tema, si es necesario para explicar la supervivencia del colapso del siglo V de la mitad del Imperio Romano.
Teodosio I, en el 395, dividió el imperio definitivamente en dos partes: Occidente a su hijo Honorio, y Oriente a Arcadio. Ambos eran unos completos incompetentes que obviaron todos los consejos de su padre, niños deplorables en el momento más decisivo y complicado del mundo romano. Las invasiones bárbaras pusieron a prueba a Oriente y Occidente. Se comenta entre los romanistas que la primera causa, o la menos más evidente, de la caída del Imperio Occidental, fueron los visigodos. A diferencia de oriente, los visigodos no solo saquearon Roma provocando un shock en todo el imperio, sino que se asentaron en Tolosa como foedorati.
Algunos autores hispanos pensaron que tener un ejército federado vino bien a Roma por un tiempo. Las legiones romanas no podían enfrentarse, simultáneamente, a todas las facciones bárbaras que entraban en su frontera, y dieron cierta estabilidad en provincias clave como el sur de la Galia e Hispania. Un análisis un tanto simplista, de nuevo. Los visigodos suponían un peligro para la propia estabilidad del imperio. Tener autonomía y rentas propias de una provincia romana, suponía el fortalecimiento de sus huestes. Pero, si nos fijamos en la lista de los Reyes Visigodos, vemos que no cumplían con su juramento y, más bien, hacían lo que más les convenía.
Bizancio: seguridad y prosperidad
El Imperio Romano de Oriente no era superior militarmente al de Occidente, pero sí supo gestionar mejor la situación. Al no tener barbaros dentro de su Imperio, los romanos orientales pudieron gastar parte de su tesoro en reconstruir sus legiones y fortificaciones fronterizas. Con esto, podían emplear sus ejércitos contra los persas, los árabes y los hunos, sus principales enemigos. Bryan Ward-Perkins menciona dos palabras para dar una respuesta a la supervivencia de Oriente en el siglo V: seguridad y prosperidad.
La prosperidad deriva de que, en Oriente, las ciudades fueron más dinámicas, pobladas y prósperas que en Occidente. Y la seguridad, al defender su territorio interior, supo conservar los campos y el comercio que le permitieron vivir con ingresos suficientes para poder sobrevivir a esa crisis, ya que Occidente, veía cada vez más sus ingresos reducidos con la pérdida de territorios vitales para su existencia, como África en manos de los vándalos. En el 476, Odoacro envió las insignias imperiales de Rómulo Augusto al emperador Zenón, confirmando lo que ya sabían: sólo quedaba un imperator y un augusto.
Zenón supo aprovechar las invasiones bárbaras a su favor, negociando con los ostrogodos que buscaban asentarse en Italia, les financió para que acabaran con Odoacro y vengar la caída del Imperio Romano Occidental. De esta forma, lograron que se retiraran de los Balcanes para que por primera vez desde Adrianópolis (378), los romanos recuperaran el Danubio. Esto supuso una gesta que, en mi opinión, demostraba lo que sería el precedente de la gran diplomacia estratégica del Imperio Bizantino.
La Gran Estrategia
Justiniano debe su corona e imperio a un solo hombre: Anastasio I (491-518). Un estratega político como ningún otro, y un cuidadoso gestor, que supo ahorrar y administrar el tesoro imperial para sus sucesores. El oro de Anastasio permitió: una serie de reformas militares y crear nuevas flotas que serían vitales para las campañas de Justiniano. Justiniano I heredó el tesoro que Anastasio I y Justino I ahorraron con sumo cuidado, que consideró que había llegado el momento de usarlo.
Justiniano I fue el primer emperador en ostentar el título de “emperador de los romanos”. Si pudo permitírselo fue gracias a una serie de eventos que forjaron su fama como figura política importante para su época. Tras derrotar a los persas en la Batalla de Dara (530), y resolver con firmeza la revuelta popular de Constantinopla, que amenazaba con acabar con su gobierno, tomó una decisión. Las circunstancias políticas, económicas y militares, favorecían una intervención romana en los antiguos territorios del Imperio Romano de Occidente, abandonados ya hacía 100 años.
Justiniano fue el artífice de la llamada “gran estrategia bizantina”. Se trataba de un conjunto de planes estratégicos diseñados para garantizar la supervivencia del Estado. A esto, hay que sumarle el “plan general”, o “estrategia”, y la “táctica” en el planteamiento o evolución de los eventos de una guerra para obtener la victoria absoluta.
La Gran Estrategia se basaba en una serie de alianzas entre reinos extranjeros que garantizaban la seguridad del limes romano para poder emplear las reservas fronterizas en empresas militares más importantes. Todo hombre tiene un precio. Justiniano sabrá que quieres y el preguntará su precio. Si no estás de acuerdo, buscará otro hombre más manso que te sustituya en el trono, así funcionaba la implacable diplomacia justiniana. La estrategia justiniana fue la salvaguarda del dominio romano de los mares, su mayor triunfo, en mi opinión, que permitió la invasión en cualquier punto: Sicilia, Cerdeña, África, las Baleares, Ceuta y España.
La rentabilidad de la campaña africana.
Probablemente, los vándalos fueron los peores administradores germanos de Occidente. Al ser una minoría arriana, dentro de una extensa zona dominada por africanorromanos católicos que los odiaban, su control en el reino no se efectuó con totalidad. Diferentes tribus africanas invadían y se asentaban en África sin encontrarse oposición. Contaban con que las murallas romanas fueron destruidas por los vándalos, salvo la de la capital para impedir más insurrecciones, permitiendo que fueran objetivos fáciles de tomar si un ejército invasor se presentase en ellas.
Esto vino de perlas al ejército expedicionario de Belisario cuando el emperador tomó la decisión de poner de su parte la anarquía del Reino Vándalo, entre los años 533 y 534, sumado a rebeliones en ciertas regiones de la Tripolitania que el mismo había alentado. Las batallas de Ad Decimum y Tricamerón fueron suficientes para eliminar la monarquía vándala para siempre. Justiniano logró recuperar una de las regiones más prósperas y ricas del mediterráneo. Pero además, por primera vez desde la caída de Roma, un rey germano descendiente de los causantes de la destrucción del Imperio Romano, fue apresado y entregado a los pies del mismísimo emperador de Bizancio.
Durante este tiempo, Justiniano se enfrentaba a uno de los mayores desafíos de su reinado: la peste que llevaba su mismo nombre. Se vivieron episodios muy dramáticos que incluían la apertura de las torres de las murallas para meter en su interior los cadáveres hasta que se pudrieran.El gran esplendor del Imperio se eclipsó por culpa de la peste que se propagaba en cada rincón del imperio al resto del mundo, en el 541, al mismo tiempo que libraba una guerra contra los persas, que estaban invadiendo la frontera oriental. La reconstrucción se logró con varios sacrificios, hasta que Justiniano reunión un nuevo ejército al mando de Juan Troglita, quien fue el segundo al mando de Belisario, para socavar la rebelión maurí de África.
La Guerra Gótica
La guerra más costosa y destructiva de la Renovatio Imperii fue la campaña italiana. La Guerra Gótica sucedió en Italia los años 535-552. En el 535 Belisario emprendió la primera invasión desde los puertos de Cartago hasta Sicilia, desembarcando en Catana y librando el brillante asedio de Panormo. Belisario emprendió una guerra relámpago por Italia hasta que finalmente llegó a Roma en el 536, Rávena, en el 540, y Mediolanum, capturando al rey ostrogodo Vitiges.
La conquista se paralizó cuando Justiniano ordenó regresar a Belisario tras escuchar rumores conspirativos de aceptar, por parte de los ostrogodos, ser emperador de occidente. Esto dio tiempo a los ostrogodos a reorganizarse, ya que a la vuelta de Belisario, todo había cambiado. Aunque esta vez parecía que iba a ser una campaña corta y efectiva, se volvió una guerra larga y costosa.
El fracaso de Belisario le hizo volver a Constantinopla finalmente, justo cuando los ostrogodos, liderados por Totila, buscaban expulsar a los romanos de la Península. Justiniano envió a su mano izquierda, el general Narses, el eunuco más temido del Imperio.
El magister militum per Italia Narses se puso al mando del ejército romano más grande enviado a Occidente. Narses no tenía nada que envidiar a Belisario. De hecho, Justiniano lo consideraba más leal y cercano a sus puntos de vistas, por lo que pensó que Narses sería la pieza del tablero que culminaría su sueño universalista. El strategos debió ser la persona más impredecible de su tiempo. Originario de Armenia, liberto y de familia esclava, que fue castrado para que su trabajo fuera el triple de efectivo. Su carrera administrativa le llevó a lo más alto, hasta que Justiniano se dio cuenta que sus dotes de estratega le serían necesarios en la campaña italiana. En vez de ir por el tradicional camino marítimo hasta Sicilia, cogió a su ejército y marcho hacía el Adriático, desembarcando en territorio ostrogodo, lleno de pantanos y muros topográficos difíciles de cruzar.
Narses, el brazo izquierdo del emperador
Narses pretendía usar estas barreras geográficas a su favor, cruzando las lagunas del Véneto y colocarse en lugares necesarios para construir puentes que permitiesen pasar a su fuerza de invasión. En poco tiempo, centinelas ostrogodos vieron como Narsés y su ejército se presentó en Rávena para unirse con la guarnición romana. Es muy gracioso imaginarse la cara del rey Totila intentando dar sentido a la increíble velocidad de Narsés.
Narsés esperó a su rival en un terreno que el mismo había escogido en Busta Gallorum, conectado con la Vía romana. Se trataba de una llanura cuyo terreno tortuoso garantizaba que su ejército no fuera flanqueado o sorprendido por la retaguardia. Esto dejaba en desventaja a los godos, ya que dependían de su caballería pesada para abrir las filas romanas. Narses derrotó a los godos en dos ocasiones, provocando tal desesperación entre sus filas, que el rey Totila envió a un campeón para enfrentarse al mejor guerrero del ejército romano.
Un bucelario oriental pidió permiso a su general, que aceptó y se enfrentó al enorme godo que tenía de rival. Jugó con él, según se cuenta, hasta que, finalmente, el oriental se cansó y ejecutó a su rival delante de los ostrogodos. Ni si quiera los nuevos refuerzos de Rávena tan ansiados derrotaron a los romanos, hubo tal cantidad de cadáveres que los cuervos ocultaron el terreno de la batalla. Narses entró triunfalmente en Roma imitando a los emperadores romanos de la antigüedad.
La conquista de Italia fue costosa, pero eficaz, el cese de Belisario no provocó una tragedia para los planes militares de la Renovatio Imperii como podemos ver. Justiniano era un planificador escueto y brillante, probablemente el cese de Belisario pudiera retrasar los avances militares y se hubiera llegado más lejos, no lo creo.
Narses dio la talla e incluso me atrevería a decir que su papel fue más decisivo que el de Belisario. En poco tiempo Justiniano había recuperado los territorios más importantes de la antigua Roma. Justiniano ha sido criticado por historiadores ingleses como una figura belicista e imperialista que quería llevar al límite lo que quedaba del Imperio Romano, arruinando el próspero oriente y dejando las fronteras de Mesopotamia a merced de los sasánidas.
El pretexto es absurdo, y más echarle la culpa a Justiniano por los errores de sus sucesores. El Imperio Bizantino no pudo prever la irrupción del mundo árabe y mucho menos en el siglo VI. Echarle la culpa de un suceso que tardaría setenta y cinco años después de su muerte no es propio de historiadores serios.
¿Fue cierto entonces que Justiniano arruinó el Imperio?
¿Qué pruebas hay de que el emperador arruinase el imperio? Antes de su coronación, las arcas romanas contenían 23 millones de áureos según José Soto Chica, con un territorio que medía 1.600.000 km, habitado por 32 millones de personas.
Haciendo una comparación con la campaña militar del emperador romano León I, en el 468, cuando intentaba recuperar la provincia africana, encontramos lo siguiente: La conquista de África costó un millón de áureos, guerra que duró un año (533-534), con tan sólo 18.000 soldados y una flota de apenas 92 naves de combate.
Los romanos en 468 emplearon 60.000 marineros, 200 naves de combate, y 40.000 soldados profesionales con un gasto de 10 millones de áureos. La diferencia es abismal, no sólo empleó Justiniano cuatro menos efectivos que León I, sino que a diferencia de este venció.
La inversión de un millón de áureos en recuperar África se recuperaron con 1.100.000 de áureos en impuestos de la provincia. Se ha comentado que sin esos ingresos y sin contar con los tributos de los territorios italianos y del sur de Hispania, Bizancio no hubiera nacido la I Edad de Oro Bizantina que dio luz proyectos tan importantes como Santa Sofía, sino que no su hubiera podido realizar la reforma militar de la thematica, que permitió, a diferencia de la sasánida de Cosroes I, sobrevivir a la invasión árabe del siglo VII.
La anexión de los antiguos territorios del Imperio Romano fueron vitales para la supervivencia de Constantinopla los siguientes próximos 500 años, y sin esos ingresos, no hubiera reformas militares, ni fiscales, ni territoriales, y por lo tanto, Bizancio habría caído al igual que el Imperio Sasánida, y la historia tal como la conocemos, hubiera cambiado radicalmente.
FDD. Daniel Murillo Rojo
Bibliografía
- Cheynet, Jean-Claude (2006). “Byzance, L´Empire romain d´Orient”. París.
- Dennis, G. T. (1985), “Three Byzantine Military Treatises”, Washington
- Soto Chica, José. “Bizantinos, Sasánidas y Musulamnes. El Fin del Mundo Antiguo y el inicio de la Edad Media en Oriente”, Universidad de Granada
- Soto Chica, José, (2019). “ Imperios y Bárbaros”, Desperta Ferro, Madrid, pp 286-305.
- Teall, J. (2002). “The Barbarians in the Justinian Army”, pp. 280-300
- Villar, Vidal. (1990), “Historia de Roma desde su fundación”, Madrid.
- Zanella, A. (2000), “Historia de los Longobardos”, Milán, pp. 171