La Britania romana
No hay que negar que las fuentes sobre la Britania romana del tardo imperio son escasas, sobre todo tras las invasiones de los anglos y los sajones. En las fuentes romanas tenemos noticias y citas conservadas de Zósimo, San Jerónimo, Próspero de Aquitania, y las crónicas escritas como la De Excidio et Conquestu de Gildas suelen ser propaganda de la iglesia britana más que un contexto histórico con el que sacar información.
Lejos de lo que se cree la gente, Britania fue una tierra próspera. Entre el 367-410, estaba dividida en cinco provincias bajo el mando del comes Brittaniorum, subordinado a la figura del dux Brittaniarum. Las tierras britanas eran objetivo de saqueos germánicos de frisios, sajones, francos, jutos, y otros pueblos más, que se centraban en la zona litoral de la isla, alentados por la riqueza de las villas romanas, ya que las ciudades eran objetivos muy complicados gracias a las murallas de época imperial.
La amenaza germana solía mantenerse a raya sobre todo porque solían ser expediciones de saqueo en pocos números, pero la isla sufrió un duro golpe que daño severamente la estabilidad financiera de la misma. El llamado Barbarica conspiratio, fue un ataque bien planificado por parte de los caledonios (tribus galas del norte del Muro de Adriano, Escocia), que aliados con los pictos atacaron por tierra y mar el Muro, acabando con los campamentos romanos y poniendo en jaque al sistema defensivo del norte en el 364-368.
Los gaélicos acabaron por arrasar la mayor parte de la isla, llegando al río Támesis. Sin embargo, el emperador Valentiniano llamó al general Teodosio con su ejército comitatense de Hispania, y derrotó a la coalición gaélica, restaurando el limes romano. Desde entonces, Britania contaba con una fuerte presencia militar hasta el 402, cuando la situación del imperio empeoraba por momentos, y la Legio VI Victrix Hispaniensis tuvo que abandonar la isla para ayudar en la defensa de Italia.
Desde el 410-450, los romanos mantuvieron tan solo 51 unidades junto a la Legio II Augusta, estacionada en Rutupiae, por lo que la presencia romana fue mayor de la que se pensaba anteriormente. Britania tuvo que defenderse con los recursos que disponían, y Roma no iba a mandar ayuda.
En el siglo V, analizando la obra de Gildas, los ciudadanos romanos y las ciudades tuvieron un protagonismo importante en la defensa de la isla. Entre los soldados y funcionarios romanos, aparecieron tiranos militares que organizaron la sociedad, líderes militares y civiles que estaba fuera de la legalidad imperial.
En cuanto a los gaélicos, sabemos que Teodosio tuvo que pactar con las tribus del norte para organizar el limes defensivo del Muro de Adriano. Los seolgovae, novantae, dumnios y votadini, se convirtieron en reinos vasallos de Roma, a los cuales, se les dejó el cargo de varios castrum del muro, que siguieron reparándolos y habitándolos bien entrado el siglo VI. El ejército romano abandonado en Britania, acabó derivando en una nueva casta guerrera, poniendo su lealtad en los tiranos, además que cargos romanos del ejército como tribunos o prefectos, gestaron su propia autonomía política.
En el siglo V, la sociedad romana todavía tenía mucho poder en la isla, tanto britanos, como gaélicos, participaron en la nueva conjugación de poderes, empelando títulos romanos como el de Superbus tyranus o rex. Los romanos siguieron defendiendo el limes de invasores gaélicos y germánicos, acabaron por transformarse en señores de la guerra, donde el linaje romano tenía más importancia social que cualquier otro. Los sajones actuaron como mercenarios de estos señores de la guerra para combatir a otros britanorromanos.
El hundimiento de Britania
No pasa desapercibido que esta resistencia britana tuvo serias repercusiones tras un cambio climático iniciado en el siglo V, y que progresivamente en el siglo VI-VII, envolvió la isla en un clima frio que acabó con la fertilidad de los campos que alimentaron la economía romana durante siglos.
Britania sufrió una progresiva disminución poblacional en sus campos, comunidades abandonadas, y los campos perdieron su fertilidad. Esto provocó que algunos caudillos, abrieran las puertas a las migraciones sajonas a sus territorios, que posibilitó el avance sajón en el 493, como indica Nennio en el siglo IX.
Sin embargo, los britanos realizaron una resistencia frenética contra esta expansión de anglos, jutos y sajones. Los pictos se aliaron con el resto de grupos gaélicos, para enfrentarse a la amenaza del rey de los anglos, Ida “Portador de la Llama”, que se estaba extendiendo hacia el norte de la isla. Los britanos habían derrotado a los invasores en Badon empleando las tácticas romanas de sus ancestros.
El conflicto culminó en el 600 d.C. en la Batalla de Catraeth se libró aproximadamente en el 600 d.C., donde los anglos se enfrentaron a la alianza britana compuesta por los reinos de Gododdin, Elmet, Rheged, Gwynedd y Stratchlye, formada para empujar el avance germánico al sur. Esta batalla se saldó con la victoria de los anglos, que destruyeron a los britanos, y éstos, no volverían a levantarse nunca más.
En el 577 en el sur ocurrió algo parecido, cuando los sajones acabaron con los reinos britanos de Dumnonia, Gwent y Caer Cerin. Para Gildas este fue el final de la historia de Britania y el comienzo de una nueva era. Los britanos quedaron reducidos a lo que actualmente conocemos como Gales, en el oeste, mientras que los pictos quedaron reducidos a lo que conocemos como Escocia, que acabaron por ser cristianizados. Britania murió al nacer Inglaterra, la tierra de los anglos.
Evolución de las tácticas militares
El ejército britano muestra un claro retroceso en lo que respecta sus tácticas militares. Los factores podemos encontrarlos de diferentes maneras: topográficos, demográficos, ideológicos, etc. Estos factores disminuyeron el número de sus ejércitos a grupos bastantes reducidos que tenían que hacer frente a la masa cada vez mayor de anglosajones.
Los empleos militares romanos se mantuvieron bastante tiempo, desde comandantes superiores como los dux, como pequeños oficiales a los que se refieren como tribuno o centenario, los centuriones, oficiales que son muy mencionados en el poema de Y Gododdyn, quienes pasaban revista a las tropas, y comandaban en primera línea.
En el siglo VI, los reyes britanos o Tiranos, lograron reunir ejércitos de 15.000, progresivamente reduciéndose en el siglo VII a miles, y en el 600, nos encontramos que tenían que apañárselas con apenas 300 hombres para enfrentarse a miles de sajones. ¿Qué ha ocurrido? ¿A qué se debe esta aparente decadencia de sus tácticas?
Vamos a sacar un ejemplo de un ejército britano a la romana. En este caso, hablemos de la Batalla del Monte Badon librada en el 493 entre britanos y sajones. San German nos detalla que los britanos lograban reunir ejércitos numerosos, pero no como hordas o turbas, sino perfectamente ordenados, disciplinados, y que levantaban “castrum”, es decir, un campamento romano allí donde congregaba, para marchar contra su enemigo ordenadamente y sin romper formaciones.
San Germán lideró a los britanos contra 3.000 soldados sajones. Con cautela se desplazó a una colina donde supo allanar el terreno a su favor. Ordenó levantar un castrum, para guardar su posición, y envió exploradores para recabar información del enemigo. una vez descubierto, supo prevenir las sorpresas que los sajones les tenían preparado, por lo que dividió sus unidades para cubrir el terreno para cercarlos, eso sí, con la delicadeza de tener mensajeros que mantuvieran la comunicación con todas las secciones britanas.
Esta maniobra, envolvió a su superior enemigo, y lo aniquiló. Las cargas sajonas no tuvieron efecto para atravesar el muro de escudos de los britanos (formaciones que recuerdan a los comitatenses romanos). Los sajones atacaron su campamento, pero el terreno frenó su carga, por lo que los britanos supieron colarse con caballería entre sus flancos y en un ataque en pinza lograron destruirlos por completo.
Estas tácticas empleadas por San Germán, son las mismas que recogía Vegecio, el cual consideraba que eran las tácticas de las tradiciones romanas de hacer la guerra: fuerza, estructura de mando, abastecimiento, campamento, y reclutamiento civil. Tanto en Francia como en Britania, este modo de hacer la guerra siguieron siendo las empleadas tanto por romanos como germanos romanizados contra los pueblos invasores.
Ahora bien, no pasaron ni 80 años para notar que toda esa tradición se desvaneció. El historiador Soto Chica, analizó una progresiva disminución de efectivos entro los reinos britanos de Elmet, Rheged, Gododdin, Gwyneed y Alt Clud. Dichos reinos formaron una alianza militar, que se puede entender como que dichos reinos dejaron de poder hacer frente en solitario a sus respectivas amenazas territoriales. Su economía no podía permitirse ejércitos profesionales, ni si quiera para poder sacar mano de obra de sus ciudadanos.
Esto provocó que el ejército estuviera compuesto por bandas de guerreros definidas de alto coste, bastante escasos. Estos ejércitos no invernaban en campamentos, ni marchaban a la batalla ordenadamente, tampoco estudiaban el terreno ni combinaban tácticas de infantería y caballería. La táctica del martillo y el yunque, propuesta por Vegecio, había desaparecido.
En Y Gododdyn, se menciona un ejército britano de apenas 300 hombres, resaltados como héroes individualistas. Formaban una unidad de caballería que se intentó enfrentar al ejército anglo ubicado en Bernicia. Estos guerreros obvian cualquier estrategia para buscar un terreno favorable o recabar información de su enemigo para evitar inconveniencias, directamente salen a enfrentarse a su enemigo empleando una carga de caballería para atravesar sus filas.
Los anglos se retiran hacia una segunda línea, defendida por guerreros del Reino de Deira, que serán reforzados por los anglos que se retiraban tácticamente. Los britanos habían caído en la trampa. Los 300 britanos fueron aniquilados, y tan sólo sobrevivieron aquellos que contaron lo ocurrido.
Las semejanzas entre la Iliada y la Guerra Heroica
En las representaciones de la estela de Aberlemno Stone, se podrían narrar como una batalla que se decide entre el enfrentamiento entre dos grandes héroes, armados con lanzas y escudo, y posteriormente concluyen en un enfrentamiento a espada que concluye con la muerte de uno de ellos.
Otro ejemplo que añade el historiador es una batalla en Nechtansmere entre los pictos y los britanos del reino de Alt Clud contra los anglos de Northumbria. Esta batalla que aparece representada en la estela de piedra de Aberlemno Stone, se nos ilustra con la nueva táctica de los guerreros britanos, la llamada “Guerra heroica”.
Dicha batalla aparecen dos caudillos que comandan las bandas britanas: el rey picto Bruinde contra el rey anglo Egfrido. Esta lucha individual nos recuerda a la de Héctor y Aquiles, como a la propia Iliada. Ambos reyes combaten con lanzas y espadas, hasta que Egfrido cae en combate a manos del rey picto, una hazaña que se regodea con la representación del rey derrotado devorado por un cuervo.
Estos guerreros iban armados con lanzas y espadas, y montaban a caballo, pero sobre todo, se basaban en un código o idea heroica del combate que definía a la persona en vida y en su muerte. La muerte del guerrero en combate era el precio por la vida inmortal, del mismo modo que Aquiles parte a Troya sabiendo que morirá pero que será recordado por la eternidad.
La germanización de los britanos
Era inevitable que los britanos acabaran contagiándose del modelo del fird que empleaban los grupos étnicos anglos, sajones y jutos. Este sistema sale representado en el posterior libro Domesday de 1066, que define la organización militar y social de Britania antes y después de Guillermo el Conquistador, que posteriormente derivará en el feudalismo.
La guerra se convertiría en un monopolio llevado por guerreros nobles ricos y con tierras, que estaban untados por el código del guerrero, una casta guerrera que serviría como estratificación de la sociedad y donde el guerrero joven intentaría llegar en lo más alto.
El término de Fird, significa el de “expedición”, un rey que sale con sus guerreros atacar las tierras de su enemigo, oportunidad de gloria y botín. Estos hombres libres que seguían a los reyes, eran los ceorls, hombres de armas que buscaban cobijo en la fortaleza de un drihten, ilhaford o reyes. Estos últimos tenían tierras, y quien se hospedaba en ellas, debía trabajarlas, rendir tributo, a cambio de asentarse y comer bajo su techo.
Sin embargo, los hombres libres, eran nobles guerreros, con o sin tierras, que formarían la expedición del caudillo, el rey, etc. El dugupp era una especie de guerrero, que como su nombre indica, un “probado”, era conocido por descender de un noble. Si en la guerra cumplía, el drihten le concedía una propiedad para trabajarla, y equipamiento de calidad para combatir junto a la élite social.
Estos señores podían vivir en dicha propiedad, dejar que campesinos pudieran trabajarla, o incluso, otros guerreros de casta baja, que garantizaban la seguridad de las mismas a cambio de comer bajo su techo, y que vivían con esperanzas, de que este señor hacendado, les recomendase a un dirthen para convertirlo en un guerrero premiado (tierras y armas mejores).
Dichos dugupps, debían partir con el caudillo cuando este pida sus servicios para la guerra, ya sea con sus seguidores o sin ellos, y si faltaba a la cita, podía ser sancionado o perder sus propiedades. Los relatos de Beowulf, nos detallan que para estos guerreros, no había nada más importante que la fama, la obtención de riquezas y luchar en batalla para ser relatado por los juglares en los grandes salones, ya que estos cantos, inmortalizaban el nombre del guerrero para siempre y se convertían en modelo de seguir para muchos.
Bibliografía
- Colins, R.: “Fortalezas y asentamientos fortificados en Britania”, 31-32.
- Gildas, De Excidio Britanniae, II, 26
- Gildas, De Excidio Britanniae, II, 28-30
- Zósimo, VI. 3.2-6.
- Sancho Gómez, M.P. (1997): “Obessio Montis Badocini. Britania ante las invasiones bárbaras”.
- Soto Chica, José (2019): “Imperios y Bárbaros. La Guerra en la Edad Oscura”, Desperta Ferro Ediciones, Madrid, 197-211; 224-227; 227-232.
- Godofredo de Monmouth, “Historia de los reyes de Britania”, 92-100.
La leche!!! Peazo articulo!!! Seguid así!!!
Muy buena información, sobre una época que carece de la misma!!!