El Día de la Marmota es esa película de Bill Murray sobre un reportero malhumorado que está condenado a repetir siempre el mismo día hasta que descubre el motivo detrás de todo lo que le sucede.
Pues bien, muchas veces siento que Twitter Historia es como el Día de la Marmota. Existe una serie de temas casi tabúes que siempre se repiten. Una y otra vez oímos hablar sobre Hitler siendo socialista, los 100 millones de muertos del comunismo o, hasta incluso, la dichosa Leyenda Negra; condenado sea quién la creó porque ha dado más de un quebradero de cabeza a los historiadores.
Hay autores que aparecen siempre en escena cuando se dialoga y se debate (o el sucedáneo que encontramos en las redes sociales): María Elvira Roca Barea y Gustavo Bueno. ¿Hay más nombres? Por supuesto. Pero la elección de estos dos nombres no es casual y ahora veremos por qué.
Rastreando el concepto de Leyenda Negra
Imperiofobia de Roca Barea abrió las puertas a todo un debate que parecía superado en el imaginario español sobre los enemigos de España. Comparando el Imperio Español de época moderna con la Antigua Roma, la Rusia zarista y los Estados Unidos, esta filóloga, tan conocida por sus ensayos en clave histórica, llega a la conclusión de que existe una Leyenda Negra sobre España que llevamos arrastrando desde nuestro pasado imperial.
Aun así, no fue innovadora en ningún sentido, sino simplemente más popular desde el punto de vista divulgativo (probablemente por un empuje editorial que le hizo contar con un prólogo en su obra de Arcadi Espada). El historiador Joseph Pérez en el año 2009 (8 años antes que Roca Barea) ya afirmaba qué «La Leyenda Negra contra España es falsa, de mala fe» (ABC, 2009).
Es casi seguro que el término y debate sobre la Leyenda Negra española podemos rastrearlo hasta la crisis finisecular del XIX. Emilia Pardo Bazán da una conferencia en París, unos meses después de perder Cuba, llamada La España de ayer y la de hoy en la que comenta el papel de la prensa estadounidense en la guerra hispano-estadounidense.
Aunque como tal, en 1909, Blasco Ibáñez daría una serie de conferencias en Buenos Aires, entre las que estaría La Leyenda Negra española, que podríamos conocer como el verdadero punto de partida para este tema. Al que en 1914, le seguiría la obra de Julián Juderías (La Leyenda Negra y la verdad histórica).
Si tan polémica resultó Roca Barea fue por el hecho de que el dedo justiciero señalaba no solo ya hacia factores externos, sino hacia una propia Leyenda Negra que nacía de una parte del pueblo español, que siempre se odió a sí mismo, y cuyo “modus operandi” ya desarrollaría en Fracasología (2019).
Leyenda Negra vs Leyenda Rosa
Pero, ¿existió dicha Leyenda Negra o no? La honestidad me lleva a afirmar que hubo una Leyenda Negra vertida sobre el Imperio Español por aquellos que en su momento querían disputarse la hegemonía geopolítica. Franceses, alemanes e ingleses se esforzaron durante siglos por manchar la imagen de España y hacer creer que era una nación oscura y atrasada.
Ahora bien, más allá de fabricar una imagen a medida que acaba siendo un tópico que se distancia de la realidad histórica, no puede afectar demasiado a nuestra realidad, aunque genera una memoria colectiva. En añadidura, toda acción provoca una reacción igual y opuesta (como la tercera ley de Newton) y esto provocó un movimiento reaccionario que se centró en crear una Leyenda Rosa.
Esta Leyenda Rosa básicamente se centró en resaltar todos aquellos valores que resultaban atractivos para el nacionalismo español. Estas ideas o teorías ya existían desde el siglo XIX y puede que algunas desde la tradición historiográfica anterior. Todo ello, en clave esencialista para tener orgullos con los que alimentar el sentimiento nacional, pero con poco valor historiográfico real.
Sin embargo, cuando hablamos de Historia, y no de historias o relatos novelados, no debería existir una narrativa maniquea de buenos contra malos. Los historiadores sabemos que nunca es así. Las escalas de grises y tomar cierta distancia con los hechos es algo que debemos practicar para ser honestos con la Historia de la Humanidad.
Por ello, muchos buenos divulgadores e historiadores resisten como pueden, por todos los medios posibles, para defender una Historia honesta y crítica. E insisto en que nosotros no somos los mismos que habitaron este territorio, tan cambiante, desde hace siglos o milenios. Como tampoco los que se lanzaron a conquistar las Américas o a batallar en Rocroi. ¿De qué sirve sentirse orgulloso o avergonzado por el pasado?
Materialismo filosófico
Antes de explicaros la filosofía de Gustavo Bueno, así como la repercusión que ha tenido en el estudio de la materia histórica, recalcaré que en ningún momento este va a ser un análisis y una crítica con argumentos “ad hominem”.
La filosofía de Gustavo Bueno se basa en un sistema o doctrina que es conocido como materialismo filosófico. Este sistema supone una crítica al materialismo monista y al idealismo, lo que se traduce en que niega que “todo tenga influencia en todo” a la vez que niega que “nada tenga influencia en nada”. Es normal que pueda parecer un poco lioso, pero poco a poco lo iréis comprendiendo.
Esta doctrina solo mantiene en común con el materialismo tradicional la negación de la espiritualidad de las cosas, es decir, de las esencias propiamente dichas. En resumen, el materialismo filosófico niega dos conceptos: en primer lugar, el monismo, por lo que niega la influencia de factores sobre otros.
En segundo lugar, el corporeísmo. Ya que hemos dicho que es materialista, dividirá el mundo material en 3 géneros o materias: primogenéricas (corpóreas e incorpóreas), segundogenéricas (las acciones que llevan a cabo las personas) y terciogenéricas (las relaciones geométricas).
Pero no solo esto, sino que también se organiza morfológicamente según distintas plataformas como pueden ser la materia orgánica e inorgánica, la materia viviente, social, etológica, antropológica y las instituciones. Así pues, todo este sistema se sustenta en base a unas categorías fijadas por las ciencias positivas, es decir, las que según el modelo de la Ilustración mejor encajaban con el concepto de progreso del siglo XIX.
En resumen, no creo que la mitad de personas que ven una genialidad en su filosofía se hayan parado a leerlo detenidamente. Entiendo el valor intelectual dentro del estudio filosófico, pero poco o nada hace por hacerse entender al resto del mundo.
Filosofía de la Historia
Este puede que sea el aspecto de su filosofía que más problemas produce entre los historiadores. Es probable que sea una forma más de comprender el mundo y la Historia. Como tal es tan válida como cualquier teoría, aunque esto también la hace susceptible de críticas, porque del debate y la crítica académica y divulgativa también hacemos avanzar la materia histórica.
Gustavo Bueno afirmó que la ciencia histórica se fundamenta sobre “reliquias”. Estas reliquias son ruinas, vestigios, documentos y monumentos. Pero, el historiador acaba separándose de las reliquias y puebla el relato histórico de “fantasmas”. Estos serían los que enlazan las reliquias entre sí.
La Historia, además, nos serviría para seguir encontrando nuevas reliquias, ya que tiene un carácter predictivo. Es decir, en base a lo que ya conocemos, podemos intentar predecir una sucesión de fenómenos que están por venir.
En añadidura, para Bueno, la Historia, en tanto que tiene un rigor innegablemente científico, debe de ser plenamente teórica. A pesar de esto, reconoce que la Historia no es una ciencia total en tanto que necesita de otras ciencias auxiliares para su conocimiento, aunque el error quizás radique en que reduzca la lista a las llamadas ciencias positivas.
Entonces, según este concepto, al final la Historia, teórica y científica, es el resultado del reflejo de lo que nos muestran las reliquias sobre lo que entendemos que es el pasado; siendo el pasado un reflejo del presente, pero no a la inversa. Pero no solo eso, sino que al final su estudio acaba entendiéndose como el estudio de las reliquias y de quienes las han estudiado.
Por último, su concepción filosófica de la Historia acaba cayendo, como muchas formas de pensamiento herederas del siglo XIX, en posturas deterministas. O lo que sería lo mismo, el pasado inequívocamente nos lleva al presente en una línea de progreso ininterrumpida.
Nuestra relación con el pasado es delicada porque entra en conflicto con la memoria colectiva que forja nuestro concepto de nación. No obstante, es preferible abstraerse para hacer un ejercicio mental bastante simple.
Si conocemos que la causa antecede al efecto, si la causa es distinta, también lo será el efecto. Por lo tanto, esa manera de ver el pasado y la Historia es una manera presentista de enfocarla, fruto sin duda de intentar ver la historia pasada como un reflejo de la actual.
En resumen, es como diría Benedetto Croce: “toda historia es, por tanto, historia contemporánea”. Pero debemos entenderlo en el sentido de que las motivaciones del presente mueven el estudio del pasado para hacer la Historia.
La Idea de Imperio
Por lo general, creo que en este aspecto no muchos historiadores pudieran disentir de la concepción de Imperio que da Gustavo Bueno. Entreteje entre varias capas de terminología sumamente enrevesada un concepto que poco difiere de las acepciones de la RAE, aunque quizás esta última ofrezca más acepciones (aunque la mayoría tengan que ver con el arte).
Intenta desglosar las 3 acepciones de imperio que más tengan que ver con la política. Es decir, imperio etológico, sinónimo de capacidad de mando (“imperio del domador sobre la fiera”), imperio psicológico (“imperio de la voluntad sobre los instintos”) e Imperio teológico (“el imperio del Dios Padre, el imperio de Juppiter Imperator”).
De hecho, reconoce que este término (como el de nación) “no es un concepto unívoco, sino un concepto análogo”. Esto se traduce en que no tiene un significado único, y que, al tratarlo, nos daremos cuenta de que concatena una serie de ideas al respecto sin primar ninguna de todas.
Al final, reduce el Imperio a nivel histórico a 5 acepciones:
- Imperio como facultad del imperator.
- Imperio como espacio de acción del imperator.
- Imperio diapolítico.
- Imperio metapolítico.
- Idea filosófica de Imperio.
Quizás sean los 3 últimos los que más confusión pueden ocasionar. Lo resumiré muy sintéticamente: el Imperio diapolítico sería el nombre que tendría una estructura superior al Estado, que organiza la práctica político-administrativa real; el Imperio metapolítico es aquel que se comprende en base a factores externos (a veces ideológicos) que trascienden la comprensión humana (Dios y la conciencia, por ejemplo)
Por último, la idea filosófica de Imperio sería, por tanto, el resultado de enfrentar las dos concepciones anteriores, dando como resultado 3 conceptos:
- El concepto cósmico de los Estoicos.
- El concepto teológico, que serían algunos Colegios Sacerdotales o la Iglesia romana.
- La idea de “género humano”, cuyos parámetros varían dependiendo del contexto histórico dominante.
Y tú, ¿de qué eres más: de imperios generadores o depredadores?
Este quizás sea el apartado más cuestionado por historiadores de la filosofía de Bueno. Pues si bien no es más que otra forma más de clasificar imperios para hacerlos más abarcables a la comprensión humana, dista mucho de estar bien justificada históricamente.
Un imperio generador sería aquel que, por la implantación de un sistema social, económico, cultural y político, logra transformar una sociedad (aunque deba recurrir a “ineludibles operaciones de explotación colonialista”) en un Estado de pleno derecho.
Por otro lado, un imperio depredador se articula cuando un organismo estatal hace servir relaciones de aprovechamiento y explotación tanto social como económica, haciendo que la sociedad depredada permanezca en un estado de casi salvajismo.
Esta distinción que puede sonar tan bien a primera vista no aguanta un análisis pormenorizado si atendemos a los ejemplos que da de cada uno. Si bien, la diferencia entre ambos la centra en las normas políticas que rigen las relaciones con las demás sociedades políticas y los resultados que conllevan, depende también de la evolución histórica.
Hay cuestiones con las que creo que podemos conciliarnos si los usamos para distinguir el Imperio Español como generador si lo comparamos con los Imperios inglés y holandés (ss. XVII-XIX), siempre que hablemos sobre el trato a los nativos.
No obstante, habla de que existe un determinismo histórico, una misión de los creadores del Imperio, que prevalece para dar valor a que sean de un tipo y no del otro. Es decir, que desde un principio tendrían conformada una idea de cómo querían ser y que esta solo podría quedar manchada por acciones particulares de determinados individuos. Pero nada más lejos de la realidad.
Choques conceptuales entre Imperios
Tanto si un Imperio generador comete tropelías como si un Imperio depredador logra avances con la sociedad dominada, no es solo un acto personal. Esto se debe a que detrás de todas las personas de poder, en mayor o menor medida, existe unos apoyos por parte del mismo Estado o Imperio al que representa.
Porque seamos sinceros. Al final, puede que el Imperio Español llevase a América unas instituciones y ordenaciones que permitieron subsistir a sus colonias, y a gran parte de los nativos, esclavos y criollos, en forma de Virreinatos o Provincias en Republicas constitucionales, pero en un principio no fue un campo de rosas precisamente.
Para que esto pudiese llevarse a cabo, tuvieron que darse tropelías como las de Colón en el Caribe, la Conquista de México por Hernán Cortés, etc. Si bien no fueron genocidios, porque ello conlleva un matiz distinto y una intencionalidad planeada, supuso la desintegración de muchos pueblos, aldeas y culturas precolombinas de las cuales poco ha quedado o ha podido recuperarse.
Sin embargo, las buenas acciones no exculpan a las malas ni viceversa. Pero, esta es una manera de comprender la Historia de la que hay que alejarse, ya que, ni nosotros somos nuestros antepasados para pedir perdón por lo que pudieran o no haber hecho, ni las dicotomías de carácter “mazdeista” y maniqueas nos ayudan a comprender los hechos.
¿A qué llegamos después de todo?
Personalmente, creo que existe una condición añadida para poner a unos Imperios en un lado de la balanza y no en otro. Principalmente, he comprendido que hay dos factores:
En primer lugar, la religiosidad del Imperio. Parece ser que si eres protestante ya de por si considera que eres más dado a la depredación que a la generación. Salvo Alejandro Magno, y está claro que su elección es por argumentos eurocentristas, el resto de Imperios Generadores son cristianos, ortodoxos o protestantes (salvo los luteranos ingleses y holandeses). Sí, en este último ejemplo hablaba sobre los Estados Unidos, a quienes considera un Imperio Generador.
¿Los estadounidenses fueron generadores? Gustavo Bueno dice de ellos que lo son en tanto que actuaron como garantes de la defensa de los derechos humanos y de las democracias, pero, ¿de verdad crees que las tribus de nativos americanos pensarían lo mismo?
Con ellos aplicaron una política de tratos tácitos y depredación de sus territorios y recursos aun cuando ya no pertenecían al Imperio Británico. Por lo tanto, esto descartaría el factor religioso.
Por otro lado, el ritmo estructural al que se mueve cada imperio. Compara dos centros económicos como son Liverpool y Sevilla (supongo que en el siglo XVI, aunque no da referencia clara). A Liverpool lo sitúa en un triángulo comercial plenamente esclavista con el Norte de África para ser intercambiados en América por materias primas que volvían a la “metrópoli capitalista”.
Sin embargo, Sevilla, o en concreto la Casa de Contratación de las Indias, controlada por la Corona, no podía invertir en sí misma porque necesitaba destinar oro, plata y otras materias para el mantenimiento de sus dominios.
¿En verdad crees que se puede hablar de colonias sin establecer ningún control administrativo o comercial a nivel estatal y supra-estatal? Siempre será la metrópoli quien controle las administraciones coloniales de un modo u otro. O al menos lo intente.
Es cierto que en el caso inglés de las 13 colonias de Norteamérica sí que era Londres quien controlaba dicha administración (aunque sí que tuvieran representantes de la metrópoli).
No obstante, si el proyecto ideológico del Imperio Británico era depredar, ¿por qué la organización política del Raj Británico en la India tenía una estructura tan similar a la de los Virreinatos españoles (salvando las distancias)?
Desde ese planteamiento, todo se desmorona. Si los imperios depredadores pueden generar y los imperios generadores pueden depredar, entonces, dicha complejidad de los imperios hace que no sea válida una clasificación en dos bloques.
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Se despide vuestro buen amigo Remus Okami a la espera de vuestras preguntas e iniciar un debate sano sobre el tema.
P.D.: entiendo que no he tratado todos los aspectos y que igual algunos argumentos han quedado demasiado sintetizados. Por ello, os animo a realizar un debate al respecto.
Bibliografía
- BUENO, G., España frente a Europa, Pentalfa, Oviedo (2019)
- BUENO, G., ¿Qué es la filosofía?, Pentalfa, Oviedo (1995)
- GARCÍA SIERRA, P., Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica: http://www.filosofia.org/filomat/index.htm (versión del 19 de diciembre de 2019)
- PÉREZ, J., La Leyenda Negra, Editorial Gadir, Madrid (2012)
- RILOVA, C., “No disparen a los historiadores”. Notas sobre el libro “Fracasología”, En El Correo de la Historia (El Diario Vasco): https://blogs.diariovasco.com/correo-historia/2019/11/25/no-disparen-a-los-historiadores-notas-sobre-el-libro-fracasologia/ (consultado el 21 de septiembre de 2020)
- ROCA BAREA, M.E., Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español, Ediciones Siruela (2016)