La Persia de Cosroes I (531-579 d.C)
Antes de la subida al trono de Cosroes I, el Imperio Sasánida estaba en ruinas tras la invasión de los hunos y la revolución de los mazdaquistas que cercenaron parte del Imperio y tambalearon el orden social por el que se había regido Persia a lo largo de su historia. Cosroes I fue un genio reformador y un político como ninguno, capaz de hacer renacer un país de sus propias cenizas y encabezarlo hacia la conquista de sus enemigos por la hegemonía mundial.
Las reformas de Cosroes I salvaron a Persia de la catástrofe, atrayendo a la nobleza y al clero, y destruyendo a los mazdaquistas. Tras pacificar los conflictos internos, el Rey de Reyes afrontó una reforma fiscal que permitió al Estado sanear las arcas públicas para disponer de un nuevo ejército para hacer frente a las amenazas exteriores. Curiosamente, Cosroes I coincidió con otro emperador de inigualable talla política, Justiniano, con quien Persia mantuvo una guerra llena de victorias y derrotas igual de importantes que provocaba que los dos imperios no tuvieran una ventaja sobre el otro.
En el año 557, Cosroes I negoció con Justiniano una tregua necesaria para ambos, teniendo en cuenta que el emperador de Constantinopla quería enfocarse en sus conquistas occidentales, mientras que Cosroes I necesitaba quitarse de en medio a los hunos que ocupaban la mitad del Imperio de su padre.
Los hunos eftalitas humillaron a los persas, años atrás, ocupando la parte oriental del Imperio, cortando el suministro de la ruta de las especias, y, por si la situación no fuera peor, mantenían como tributario al Imperio Sasánida. Sin embargo, los dominios hunos estaban siendo amenazados por un pueblo surgido de Mongolia, los turcos-kok, que ofrecieron una alianza a Cosroes I para eliminar la amenaza de los hunos de una vez por todas.
Furia de Titanes
La paz perpetua entre Bizancio y la Persia Sasánida terminó en el 541. El Imperio Persa se había restaurado fiscal y militarmente hablando, por lo que Cosroes I quiso poner a prueba el límite de la capacidad de su Imperio. En la Alta Mesopotamia, los sasánidas rebasaron los fortines romanos, avanzando hasta la ciudad de Antioquía en Siria.
Cosroes I tomó la tercera ciudad más importante del Imperio, de más de 200.000 habitantes, los cuales docenas de miles de ellos fueron capturados para fundar una ciudad en Mesopotamia, llamada “Antioquía de Cosroes I”, que sirvió de cantera de artesanos, comerciantes e ingenieros que construirían numerosos monumentos para el Rey de Reyes empleando tecnología romana.
Siria era un jugoso objetivo, por lo que los persas la saquearon llevándose consigo grandes cantidades de oro y plata, tanto que los carros del ejército brillaban con el reflejo del sol. Cosroes I cometió un grave error, y acabó con su racha de victorias por culpa de su orgullo. Pensaba que podría tomar la ciudad de Edesa, que tenía fama de impenetrable en vez de volver a casa como un conquistador invicto.
La ciudad resistió lo suficiente para dar tiempo a los romanos a reorganizarse, por lo que Cosroes I levantó el sitio. La fortaleza de Dara tampoco cayó, por lo que tuvo que retroceder cargado de oro para contratacar después.
Cosroes I con sus nuevas tropas árabes y su alianza con Gubazes de Armenia con la que aplastó a los romanos en la zona, se aventuró a invadir Lázica, donde conquistó la fortaleza de Petra cuando la guarnición cambió de bando. Continuaron el avance hacia Pityus y Sebastópolis, con el objetivo de establecer una base naval en el territorio que permitiese asfixiar desde el Mar Negro al Imperio Romano.
Los éxitos del Rey de Reyes se ensombrecieron con la entrada de Belisario. Como anteriormente comentamos, el rey sasánida sumó importantes victorias, pero su ambición provocó que Justiniano pudiera ganar tiempo para traer a la contienda a su mejor general con tropas de refresco. El general romano tomó la Alta Mesopotamia cortando uno de los accesos más importantes para el ejército de vanguardia de Cosroes I, obligando a éste a abandonar sus conquistas en Lázica, dejando guarniciones para no perder el terreno ganado y presentarse ante las fuerzas de Belisario.
Belisario despedazó la ofensiva persa y ahora los sasánidas se presentaron a un dilema que casi les costó la guerra. Durante esa época, la peste bubónica que azotaba el Imperio Romano y se había cobrado muchas vidas, pronto llegaría a las fronteras persas traídas por los soldados romanos de Belisario. Cosroes I supo que una peste afectaría más a Persia que a Bizancio, ya que su imperio representaba una parte importante de la población mundial y la peste acabaría cebándose con un tercio de la misma.
El gobernante sasánida tuvo que retroceder por esto, y llevar a sus tropas a Albania e Iberia. En el año 542, los romanos contratacaron y la guerra parecía ahora estar a su favor. Esto permitió que Justiniano pudiera negociar una tregua con Cosroes I, y haciendo que sus antiguos aliados volvieran bajo soberanía romana. No obstante, esta tregua no era más que un contratiempo, ya que tanto el emperador como el Rey de Reyes, tenían pensado asegurar sus respectivas retaguardias para en un futuro, reorganizarse y contratacarse mutuamente.
La conquista de Asia Central
Mientras el Imperio Romano de Justiniano planteaba la Recuperatio Imperii de los antiguos dominios romanos occidentales, los persas se encaminaron a recuperar sus territorios en el otro extremo del mundo. Ambos imperios castigados en el pasado vieron como en el siglo VI su poder no hacía más que incrementarse, por lo que, en el 557, la tregua buscaba equilibrar el panorama político en el que los dos imperios querían atar cabos sueltos en sus fronteras, y una vez concluidas sus conquistas, volver a declararse la guerra mutuamente.
La tregua dejaba vía libre al soberano persa para reclamar el este. Su alianza con los turcos fue una oportunidad que no dejó pasar, ya que los hunos blancos tendrían que lidiar con una guerra de dos frentes de la que no podrían escapar. Los persas desplazaron sus ejércitos sobre el Cáucaso al Jorasán. Desde Abiverd y Sarakhs, los ejércitos del Rey de Reyes se movilizaron por Merv hacia el río Amu Daria u Oxus, conquistando el asentamiento de Panjakent mientras los turcos desde el Sir Daria bordearon la región de Shash dejando atrás la frontera para atacar la retaguardia del ejército huno desde Kushaniya.
El ataque en pinza fue realizado con todo éxito, ya que Cosroes I desde el Oxus y los turcos del rey Ghadfar desde el noreste, acorralaron a los hunos en Sogdiana, en la Batalla de Gol-Zarirum en el año 563. En un suspiro, los hunos fueron totalmente aniquilados. Por lo que persas y turcos, decidieron dividirse el Imperio Huno Eftalita en dos zonas de influencia. En el año 570, el gobierno eftalita de la India fue derrocado, y Cosroes I pudo recuperar los antiguos territorios persas al este de la India y reabrir la Ruta de la Seda que llevaba cortada casi un siglo.
Esto le permitió continuar su expansión en la India, apoderándose de Ceilán y transportando sus tropas con barcos hasta las costas de Yemen, apoderándose del reino de Himyar, importante núcleo económico de la región. Las conquistas del Rey de Reyes no se detuvieron allí, pues continuó su avance atravesando el Mar Rojo hasta África Oriental, y derrotó al Imperio de Axum, creando un estado satélite de los persas en Etiopía y Eritrea.
Cosroes I había recuperado en unos pocos años la parte oriental del Imperio Persa, llegando a confines que los persas habían abandonado casi mil años con la derrota de Darío III a manos de Alejandro Magno. Sin embargo, su rival, el Imperio Romano, había tenido un éxito similar en las campañas de Heraclio, y una lucha entre dos titanes, estaría a punto de comenzar.
Segunda guerra contra la Romania
Justiniano murió en el 565, quien pactó con los sasánidas una tregua para estabilizar el Imperio. Sin embargo, el muy poco astuto de su heredero, Justino II, decidió que era hora de reanudar las hostilidades contra los sasánidas, y llevar al Imperio a una de sus guerras más costosas y duras de su historia.
La guerra estalló en el 572, momento en el cual, el Imperio Romano dejó de pagar el tributo anual a los persas. El gobernante sasanida contestó enviando un poderoso ejército a la frontera del Cáucaso, lugar de conflicto de intereses donde romanos y persas negociaban con las autoridades armenias para que escogieran un bando. En este sentido, los romanos no estaban preparados para una guerra contra los persas, y en cambio, Cosroes I, no sólo estaba preparado, sino que había reformado el ejército persa haciéndolo más poderoso que antes, por lo que los romanos se enfrentarían por primera vez a un ejército completamente nuevo.
Con caballería pesada y elefantes de guerra, las posiciones romanas cerca de Teodosiópolis fueron aniquiladas y la Armenia romana cayó en poco tiempo. Continuó desde Cesarea hasta el Ponto, amenazando el interior asiático romano, sin encontrar apenas resistencia. No obstante, los romanos estaban ganando tiempo, pues las montañas de la Capadocia provocaban que los persas no fueran lo rápidos que quisieran.
Cuando un ejército de arqueros destruyó a un ejército romano. La Batalla de Anglón
Los magísteres confiaron en información falsa de que los persas estaban huyendo desesperadamente. La realidad, es que Nabades se atrincheró en una aldea con calles estrechas y aptas para una emboscada, la aldea de Angón, donde escondió 4.000 arqueros persas por las azoteas, las terrazas, las ventanas, pozos y escondrijos que pudiera aprovechar a su favor.
Los contingentes romanos avanzaron sobre Anglón pensando que estaba indefensa, uno de los magísteres cometió la imprudencia de marchar sin contar con los otros y obligándoles a que tuvieran que ir detrás de él de forma desorganizada para alcanzarlo. La prometedora ofensiva se convirtió en un completo desastre logístico que hizo que soldados se mezclasen con caballería y que hasta la intendencia y los carromatos marcharan junto a las unidades.
El gran ejército de 30.000 romanos contaba de tres divisiones: una comandada por el magister militum per Orientem Martino, otra por Valeriano y una tercera por Narses y Pedro. Estos oficiales deshicieron toda la formación para avanzar sobre Anglón, donde las calles estrechas provocaban que quedaran totalmente apilados y estrujados. Nabades no podía creer que los romanos picaran el anzuelo, y cuando vio que gran parte del ejército estaba dentro, lanzó un grito de guerra que sonó por todo el pueblo. La señal que estaban esperando los arqueros persas.
En aquellas calles desiertas, la muerte tomo la forma de ángeles que parecían dejar caer flechas del cielo. En las terrazas, en las ventanas, en las barricadas, en los escondrijos, los arqueros salieron y con sus arcos compuestos acribillaron a los soldados romanos. La cercanía de la trayectoria de las flechas hizo que las armaduras pesadas romanas no pudieran frenar el impacto de las flechas, haciendo que fueran totalmente inútiles.
En tan solo unos minutos, los persas ya habían disparado un total de 140.000 flechas sobre los romanos, que además contaban con munición adicional como dardos y jabalinas. Las calles se inundaron de cadáveres, haciendo que parte de los contingentes les fuera difícil retirarse de la zona, y muchos estaban expuestos frente a una lluvia de flechas que no parecía tener fin.
El pánico cundió en todo el ejército romano, que intentaba huir de forma desesperada, abandonando su equipo o pisando por encima a sus camaradas heridos. Gran parte del ejército había sido aniquilado, perdiendo a todos sus caballos y el tesoro con el que se pagaba a la soldadesca, cayendo en manos persas.
Esta batalla tan poco conocida, muestra como un ejército absurdamente superior es brutalmente aniquilado por una fuerza insignificante de 4.000 arqueros. Se trata de una de las batallas más decisivas de la historia, cambiando el rumbo de la guerra y haciendo que las oportunidades del Imperio Romano de Oriente de acabar con los sasánidas, se esfumaran por completo.
La Guerra contra los Turcos Kok
La nueva paz de los bizantinos (557-572) dejó un mal sabor de boca por parte de estos, tras finalizar una guerra que estaban ganando, Justino II jamás pudo admitir esta derrota tan humillante que había cerrado el camino que abrió su padre de destruir el Imperio Sasánida.
Los romanos orientales cuando no podían defender sus intereses por la fuerza lo hacían por la diplomacia, lo que Justiniano denominaba “Gran Estrategia”, un conjunto de movimientos diplomáticos y políticos para destruir a sus enemigos.
La Gran Estrategia mostró una vez más su efectividad. Justino II contactó con el aliado de Cosroes I en la otra punta del mundo, el jagán del Imperio turco, Istemi, quien ahora veía al Imperio Persa como una amenaza y estaba dispuesto a aliarse con Justino II para enfrentarse a su antiguo aliado. También contactó con el rey de Axum, que veía como una serie amenaza que los sasánidas controlasen Yemen. Por lo que los tres imperios se unieron contra un enemigo común.
A pesar de esta brillante estratagema política, Justino II no pudo coordinarse con Istemi, ya que le separaban miles de kilómetros de distancia, por lo que su aliado tendría que apañárselas solo en la otra punta del mundo. Tampoco pudo hacer nada por impedir que Axum fuera derrotado en Yemen por los persas, y quedando fuera de juego de la guerra.
Sin embargo, Persia en el año 579 había perdido a Cosroes I, que murió de viejo, y las luchas internas volvían a surgir tras su muerte, cuando Ormuz IV no fue capaz de contentar a la nobleza persa. Desde entonces, el nuevo Rey de Reyes intentó a toda prisa reunir un ejército para frenar a los turcos y los romanos, logrando contenerlos pero por poco tiempo, ya que los romanos lograron traspasar Armenia y Mesopotamia desde el 577 adentrándose en Media Atropatene.
El spahbad Bahram Chobin de la casa de los Mihran de origen parto, reunió a 12.000 savaran, junto a 10.000 jinetes acorazados, 2.000 campesinos de leva, elefantes de guerra y tropas de refuerzo de sus aliados. Los turcos trajeron a la contienda una cifra cercana a 100.000 según relatan las fuentes.
Según el historiador José Soto Chica, el escenario donde tendría lugar esta decisiva batalla, Oxus, era uno de los terrenos más difíciles del mundo, formándose dunas desérticas con abruptas colinas junto a estepas estériles cerca de valles fértiles con poblados y montañas. La pesadilla de cualquier general.
Chobin pudo prepararse a tiempo gracias a que tenía vigilado la hueste turca porque había enviado a unos exploradores hunos a seguirlos. Cuando los turcos llegaron, no se pensaron dos veces el atacarle y pronto, una horda de jinetes a galope formó una nube de polvo que contaminó el aire de la zona.
Los turcos marcharon desorganizados, pero para poder cubrirse de las lluvias de flechas sasánidas que tenían a unos 150 metros que estaban estáticos esperándolos. Cada arquero disparaba cinco flechas de un solo tiro gracias a sus arcos montados sobe panjagan. Miles de jinetes turcos murieron antes de chocar contra los persas que para mala suerte, no pudieron penetrar la línea porque Chobin había dispuesto a la infantería pesada en el centro apoyado por lanceros. Cuándo los turcos cayeron al suelo por la fuerza del muro de acero persa, los maceros salían de las formaciones para rematarlos aplastándoles la cabeza.
Aquí es cuando se nota que los sasánidas aprovecharon sus experiencias del pasado en la guerra contra los hunos para aplicarlo contra los turcos, que luchaban de forma similar. Cuando la hueste turca se frenó por completo, fue cuando Chobin envió a los elefantes de guerra para provocar un pánico generalizado a los caballos, haciendo que tiraran a sus jinetes de las riendas.
La situación empeoró para los turcos cuando los 12.000 savaran de la reserva se desplegaran en los flancos aprovechando el pánico de la caballería turca cargando contra ellos para rematarlos. Se describió que el ejército turco no tuvo organización alguna para contrarrestar a los persas.
Muchos se retiraban para luego volver al combate, otros continuaban combatiendo a los persas sin fijarse que podían quedar embolsados, otros huían dejando al resto de unidades indefensas y haciendo que fueran atacados en sus flancos, por no hablar que los arqueros persas seguían disparando contra la retaguardia turca haciendo que sufrieran continuas bajas.
Probablemente, la Batalla de Oxus muestre el fin del reinado militar de los ejércitos de las estepas que desde Atila que inauguraron un reinado de terror entre los ejércitos de los imperios romano hasta ese momento. Los persas habían logrado contrarrestar este tipo de tácticas con suma superioridad, y los turcos tardarían en recuperarse hasta dentro de 30 años. No se experimentaría un miedo similar ante las huestes de las estepas hasta la llegada del mismísimo Gengis Khan.
El Legado de Cosroes I y de la Renovatio Imperii persa
Cosroes I no vio realizado su sueño de restablecer las antiguas fronteras de la Persia Aqueménida, pero dejo una herencia militar para que sus sucesores continuaran su obra. Esto se pudo ver en cómo, incluso muerto, Cosroes I volvió a ganar la partida al Imperio Romano y a los turcos con la Batalla de Oxus, pues Bahram Chobin logró superar al ejército de las estepas gracias al ejército que Cosroes I había creado.
Cosroes II, sucesor de Ormuz IV, sería el próximo gran rey que vería por fin cumplir el sueño de su predecesor, ya que durante el reinado de Focas, el Imperio Romano no pudo frenar la estampida de los guerreros de la seda en Siria y Egipto, siendo la primera vez en mil años que los persas lograban recuperar la provincias más occidentales del Imperio Persa de Darío III salvo Asia Menor.
Este episodio ha sido olvidado por la historiografía injustamente. El Imperio Sasánida fue un actor de gran relevancia en los acontecimientos del final de la Edad Antigua y el principio de la Edad Media, un imperio universal que dominaba parte del mundo conocido y que hacía de tapón entre el Imperio Romano y la India y China.
Muchos que hayan leído este artículo habrán oído hablar cientos de veces de la Renovatio Imperii de Justiniano, pero apuesto a que poco o nada, se haya oído hablar de cómo los persas lograron resucitar el poderío militar de su imperio para ver restablecida las fronteras persas de hace mil años. La guerra entre romanos y persas que se libraron hasta la irrupción del islam, muestran un verdadero “Choque de Titanes” entre dos estados que se disputaban la hegemonía mundial mientras en el occidente se estaban gestando los reinos prorromanos.
Cosroes I y Cosroes II fueron unos de los políticos más importantes de este periodo, acogieron a los filósofos de la Escuela de Atenas cuando Justiniano la cerró y elaboraron numerosas construcciones monumentales que algunas perduran en nuestros días. Por no hablar de las reformas económicas que sirvieron como base para el futuro Imperio Omeya.
Bibliografía
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