En el año 2019, las abejas fueron declaradas el ser vivo más importante del planeta por el Instituto Earthwatch. Pero ¿por qué estos insectos han llegado a tener esta consideración? Es innegable la importancia que las abejas tienen en nuestro planeta, no solo para el medio ambiente, también para las propias actividades humanas. La polinización realizada por estas permite mantener la biodiversidad de la Tierra, y además es fundamental para la alimentación humana (a través de la apicultura), ya que alrededor del 70% de los productos agrícolas dependen exclusivamente de este proceso.
Desgraciadamente, la comunidad científica ya ha advertido que la reducción de la población de abejas en todo el mundo es alarmante. Según diferentes organizaciones, hay múltiples causas que están contribuyendo a esta desaparición, como la pérdida de su hábitat, el uso de algunos pesticidas o la introducción de especies invasoras, como la avispa asiática (Aquae Fundación, 2021).
Pero la importancia de las abejas no solo la encontramos en la actualidad, ya que, a lo largo de toda la historia de la Humanidad, las abejas, y sus productos derivados, especialmente la miel, han sido de gran utilidad para los seres humanos.
¿Desde cuándo recolectamos miel?
Saber cuál es el origen de la recolección de la miel es una tarea bastante compleja, ya que los restos materiales de esta actividad tienen una difícil conservación en el tiempo. Pero gracias a diferentes investigaciones en el campo de la etnoarqueología y la zoología podemos acercarnos a este marco.
Sin duda, la miel es una importante fuente de glucosa, vitaminas o minerales, por lo que pudo ser un alimento con cierta relevancia en el proceso de evolución humana, complementando las principales fuentes nutricionales. Lo que sí es seguro es que algunas comunidades de cazadores-recolectores de época contemporánea se dedican a la recolección de miel, como puede ser el caso de los Yukpa-Yuko (Colombia y Venezuela) o los Hiwi (Venezuela), así como diferentes grupos aborígenes de Australia. Pero es en África donde más importancia tiene esta práctica (Crittenden, 2011).
El caso más ejemplificativo es el del pueblo Hadza, en Tanzania, en el que la miel supone un alto porcentaje en la dieta de los individuos, siendo la caza la principal fuente nutricional. La recolección por parte de estos grupos suele ser muy rudimentaria, aprovechando grietas en las colmenas, a través de las cuales introducen palos para extraer la materia prima. Aunque también utilizan diferentes herramientas y técnicas, como hachas o aprovechando el humo para que las abejas abandonen su emplazamiento (Marlowe et al., 2014).
Por otro lado, los estudios en primates nos han permitido comprobar cómo la recolección de miel también está presente en estos, en mayor o menor grado. Mandriles, babuinos o macacos son capaces de recolectar este alimento, pero son nuestros parientes más cercanos los que realizan esta práctica con mayor asiduidad, como los gorilas, los orangutanes y, por encima del resto, los chimpancés.
Estos últimos han demostrado una gran complejidad a la hora de recolectar miel, asumiendo prácticas muy cercanas a la de los seres humanos. No solo se evidencia el uso de palos a modo de herramientas, sino que se ha podido comprobar que son capaces de trabajarlos para obtener mejores resultados en el proceso de recolección. Un ejemplo lo tenemos en el Parque Nacional de Loango, en Gabón, donde los chimpancés deshilachaban los extremos de los palos para poder extraer más cantidad de miel al introducirlos en las colmenas (Boesch et al., 2009).
Por tanto, las conclusiones de los estudios etnoarqueológicos y zoológicos nos hacen pensar que la recolección de miel pudo tener importancia desde los inicios del proceso de evolución humana, y durante todo el Paleolítico para las comunidades cazadoras-recolectoras que dispusieran de estos recursos en su entorno.
Las representaciones de la recolección de miel
A finales del Paleolítico y, especialmente, durante el Mesolítico, las recurrentes representaciones de escenas de recolección de miel evidencian la importancia que esta actividad tenía para las comunidades humanas de diferentes puntos del planeta. De nuevo, África es el continente donde más representaciones encontramos, especialmente en Zimbabwe, aunque hay otros territorios con hallazgos de gran relevancia, como es el caso de uKhahlamba-Drakensberg, en Sudáfrica (Hollmann, 2015). Australia o la India también cuentan con algunas de estas representaciones (Crane, 2005).
En Europa, la Península Ibérica destaca sobre el resto del continente, ya que cuenta con la mayoría de estas imágenes, especialmente en la zona levantina. Se trata de representaciones que pertenecen en gran medida al conocido como arte levantino. Cabe suponer que los últimos cazadores-recolectores de la Península ibérica introducirían la miel en su dieta de manera recurrente, como demuestran estas pinturas. A pesar de esto, es complicado encontrar representaciones que integren a personas y colmenas o abejas, ya que, en la mayoría de los casos, se representan de forma aislada. Aún así, hay algunos ejemplos en los que sí que aparecen estos elementos juntos, como el conocido caso de las Cuevas de la Araña, en Bicorp (Valencia) (Beltrán, 1970), o el reciente hallazgo del abrigo de Barranco Gómez, en Castellote (Teruel), donde han sido descubiertas una serie de punturas levantinas entre las que figura una escena de recolección de miel (Bea Martínez et al., 2021).
Las Sociedades Agrícolas y la Apicultura
Pero ¿qué ocurre cuando dejamos de ser nómadas? ¿La miel se sigue recolectando? Probablemente, la recolección de miel continuaría, aunque poco a poco daríamos pasos hacia la domesticación de estos animales, creando una relación aun más estrecha entre abejas y seres humanos. La expansión de la apicultura junto al Neolítico por Europa parece evidente, como así proponen algunas investigaciones, como la de Roffet-Salque et al. (2015).
El análisis de la huella bioquímica que deja la cera de las abejas ha permitido rastrear la difusión de esta práctica a lo largo de Europa, Oriente Próximo y el Norte de África por las sociedades agrícolas. Las zonas del Levante mediterráneo y Anatolia son las que presentan evidencias más tempranas de esta producción melífera, y a partir de las cuales se difundiría al resto de Europa. Ya en este último continente, los Balcanes albergan numerosos yacimientos neolíticos con biomarcadores que permiten determinar que este sería un territorio con bastante actividad apícola. Pero no solo aquí, sino que en yacimientos del LBK (Linearbandkeramik) más antiguo se aprecia esta expansión de la producción melífera, incluso llegando a la península de Jutlandia. No sería este el caso de las Islas Británicas, donde se plantean limitaciones en la introducción de esta actividad.
Para la Península ibérica específicamente hay otros estudios igualmente interesantes, como el de Ache et al. (2017), donde, a través del estudio de artefactos identificados como morteros en yacimientos argáricos se pudo demostrar su uso para el procesamiento de cera y miel, incluso de forma combinada con otros alimentos. Esto supondría un aporte energético fundamental para estas sociedades.
Los Iberos: Pueblos Apicultores
Un ejemplo de sociedad donde la producción de miel tenía gran importancia lo vemos en los pueblos iberos. Contamos con algunos ejemplos de yacimientos que presentan evidencias de producción melífera, como es el caso de la Fonteta Ràquia, en Riba-Roja (Valencia). La gran cantidad de colmenas fabricadas en cerámica halladas en este asentamiento ponen de manifiesto la importancia que la actividad apícola tenía para estas poblaciones, pudiendo convertirse incluso en un bien de intercambio y comercio. Un sistema de producción que puede verse hoy en día en algunas zonas, especialmente del Mediterráneo (Quixal Santos y Jardón Giner, 2016).
A pesar de este registro, el estudio de las colmenas de época ibérica también cuenta con algunas limitaciones, ya que la producción de estas podría haberse realizado en otros materiales, como por ejemplo en corcho, siendo más complicada su conservación. Sin embargo, parece claro que la apicultura era una actividad económica de cierta relevancia para los iberos, complementando otras más importantes como la agricultura y la ganadería (Soria Combadiera, 2000).
Conclusiones
Es evidente que, a lo largo de la historia de la Humanidad, la caza y posteriormente la agricultura jugaron un papel fundamental en nuestra evolución y en la conformación de diferentes sociedades, culturas o civilizaciones. Pero el impacto que las abejas tuvieron en todo este proceso ha sido esencial. Sin ellas no se hubiesen dado las condiciones necesarias para contar con la biodiversidad que permitió avanzar a nuestra especie como lo hizo. Además, nuestra interacción directa con ellas también nos ha reportado beneficios tanto nutricionales como económicos.
Es por ello por lo que es importante plantearse en qué dirección va nuestro planeta y nuestra especie si estos pequeños insectos continúan menguando en número. Unos seres insustituibles que han permitido que la vida de nuestro entorno sea mucho más rica y diversa.
Bibliografía
- Ache, M.; Delgado-Raack, S.; Molina, E.; Risch, R. y Rosell-Melé, A. (2017). Evidence of bee products processing: A functional definition of a specialized type of macro-lithic tool. Journal of Archaeological Science: Reports, 14(1), 638-650. doi: 10.1016/j.jasrep.2017.06.025
- Aquae Fundación (20 de agosto de 2021). La importancia de las abejas: las reinas del mundo. https://www.fundacionaquae.org/abejas/
- Bea Martínez, M.; Domingo Sanz, I. y Angás Pajas, J. (2021). El abrigo de Barranco Gómez (Castellote, Teruel), un nuevo conjunto con arte levantino en el núcleo rupestre del Guadalope. Trabajos de Prehistoria, 78(1), 164-178. doi: 10.3989/tp.2021.12271
- Beltrán, A. (1970). Algunas cuestiones sobre las pinturas de las Cuevas de la Araña (Bicorp, Valencia). Saguntum: Papeles de Laboratorio de Arqueología de Valencia, 10(1), 11-17.
- Boesch, C.; Head, J. y Robbins, M. M. (2009). Complex tool sets for honey extraction among chimpanzees in Loango National Park, Gabon. Journal of Human Evolution, 56(1), 560-569.
- Crane, E. (2005). The rock art of honey hunters. Bee World, 86(1), 11-13. doi: 10.1080/0005772X.2005.11099642
- Crittenden, A. (2011). The Importance of Honey Consumption in Human Evolution. Food and Foodways, 19(1), 257-273. doi: 10.1080/07409710.2011.630618
- Hollmann, J. C. (2015). Bees, honey and brood: southern African hunter-gatherer rock paintings of bees and bees’ nests, uKhahlamba-Drakensberg, KwaZulu-Natal, South Africa. Azania: Archaeological Research in Africa. doi: 10.1080/0067270X.2015.1079378
- Marlowe, F. W.; Colette Berbesque, J.; Wood, B.; Crittenden, A.; Porter, C. y Mabulla, A. (2014). Honey, Hadza, hunter-gatherers, and human evolution. Journal of Human Evolution, 30(1), 1-10.
- Quixal Santos, D. y Jardón Giner, P. (2016). El registro material del colmenar ibérico de la Fonteta Ràquia (Riba-Roja, València). LVCENTVM, 35(1), 43-63. doi: 10.14198/LVCENTVM2016.35.02
- Roffet-Salque, M.; Regert, M.; Evershed, R. P.; Outram, A. K.; Cramp, L. J. E.; Decavallas, O.; Dunne, J.; Gerbault, P.; Mileto, S.; Mirabaud, S.; Pääkkönen, M.; Smyth, J.; Soberl, L.; Whelton, H. L.; Alday-Ruiz, A.; Asplund, H.; Bartkowiak, M.; Bayer-Niemeier, E.; Belhouchet, L.; Bernardini, F.; Budja, M.; Cooney, G.; Cubas, M.; Danaher, E. M.; Diniz, M.; Domboróczki, L.; Fabbri, C.; González-Urquijo, J. E.; Guilaine, J.; Hachi, S.; Hartwell, B. N.; Hofmann, D.; Hohle, I.; Ibáñez, J. J.; Karul, N.; Kherbouche, F.; Kiely, J.; Kotsakis, K.; Lueth, F.; Mallory, J. P.; Manen, M.; Marciniak, A.; Maurice-Chabard, B.; Mc Gonigle, M. A.; Mulazzani, S.; Özdogän, M.; Peric, O. S.; Peric, S. R.; Petrasch, J.; Pétrequin, A. M.; Pétrequin, P.; Poensgen, U.; Pollard, C. J.; Poplin, F.; Radi, G.; Stadler, P.; Stäuble, H.; Tasic, N.; Urem-Kotsou, D.; Vukovic, J. B.; Walsh, F.; Whittle, A.; Wolfram, S.; Zapata-Peña, L. y Zoughlami, J. (2015). Widespread exploitation of the honeybee by early Neolithic farmers. Nature, 527(1), 226-231. doi: 10.1038/nature15757
- Soria Combadiera, L. (2000). Evidencias de producción de miel en la comarca del Júcar (Albacete) en época ibérica. Saguntum: Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 3(1), 177-180.