No vivimos en una cueva. Seguro que todos los que estáis leyendo esto, habéis visto alguna de las películas de superhéroes que están tan de moda en la última década y media. O no; es probable que simplemente cuando erais pequeños leyerais algún cómic o alguna adaptación en forma de serie de televisión. Los hay que son más de Marvel, los hay que son de DC y algún rarito como yo conoce Dark Horse, aunque bueno también le pertenece ahora a DC, así que como si no hubiera dicho nada.
Son muchas las horas, minutos y segundos de entretenimiento que nos proporciona todo este material audiovisual e impreso. Es una maravilla que en la antigüedad tal vez habrían soñado con poseer, o a alguna persona que tacharon de loco de manera sistemática le dió por decir que tendríamos algún día. En nuestro canal de YouTube, hace algunos años, ya hablamos un poco de estos orígenes del mundo del cómic de superhéroes a través de la persona de Stan Lee y os pongo aquí el enlace para poder verlo (LINK), pero hoy le daremos un aire más filosófico.
Mitología, ¿Qué es?
Muchos hemos crecido viendo adaptaciones de obras referenciando la mitología griega, quizás de la egipcia, y ahora está de moda lo nórdico (acaba de ser anunciado Assassin’s Creed Valhalla y no podía perder la oportunidad de señalar lo mainstream de su «nueva temática»), así que es muy probable que ya sepáis de que trata eso a lo que llaman «mitología». Definiéndolo rápidamente, la mitología es un conjunto de relatos llamados mitos que se encuentran ciertamente relacionados de algún modo y configuran el imaginario colectivo de una sociedad, así como forman parte de una religión, obviamente.
Me voy a centrar en la mitología greco-romana, porque es la que más conozco, pero el uso de este término ya es bastante problemático de base porque supone entender que son la misma cosa o una continuación de la misma, cuando, si bien guardan alguna similitud, los planteamientos de como viven y sienten esa religión es bastante distinta en la práctica. Aunque a todos nos gustan las traducciones de dioses griegos en romanos. Os dejo una tabla con los «equivalentes» y funciones:
Estos cambios nos pueden llevar a pensar que la mitología cambia, como también cambian las personas que ojipláticas atienden a estos relatos que hablan sobre vicios y virtudes de seres con poderes sobrehumanos.
Filosofía y superhéroes
Ya lo decía Heráclito de Éfeso, cuando expresaba uno de sus famosos proverbios: «Todo cambia, todo fluye, nada es». Pero es que nunca te vas a bañar dos veces en el mismo río, puesto que aunque se parezca mucho en forma, en esencia va a cambiar.
También pasa con tu superhéroe favorito. Pongamos por ejemplo a Superman, el boy scout de américa, esa figura casi mesiánica que salva a todo el mundo que puede y protege a la Tierra porque su padre kryptoniano muerto le impelía a ser un héroe. Perdonad si os he llevado a error con esta descripción de Superman. Ni siquiera yo me la acabo de creer.
Si vuestra descripción de Superman igual ya no se asemeja a la mía, todo tiene una explicación. Los superhéroes, del mismo modo que pasaba, seguramente, con los mitos, se van actualizando con las épocas, creando esa sensación cambiante de la realidad. Igual la última vez que viste un cómic suyo o una película del Hombre de Acero fue con Christopher Reeve como la imagen del Gary Stu bonachón que acaba salvando la situación porque básicamente sus poderes le dejan hacer casi de todo.
Podréis pensar que Superman es solo un chico de campo venido a más (con superpoderes que obtiene del Sol al ser un alienígena de Krypton) con una visión limitada del mundo, puesto que los valores que le enseñaron sus padres adoptivos en Smallville (nombre que describe muy bien esta idea) son los que podría tener un granjero del medio oeste estadounidense: gente sencilla, con ideales sencillos.
Remontémonos a sus orígenes. Ni siquiera es una historia del todo original. Jerry Siegel y Joe Shustel tomaron el concepto para crear a Superman de una novela de Philip Wylie en 1930 titulada Gladiator: el superhombre. De hecho, algunas frases que describen al personaje en la sinopsis de la novela nos recuerdan a Superman: «Puedo saltar tan alto como una casa. Correr más rápido que una locomotora. Consigo arrancar grandes árboles y apartarlos…». ¿Es un plagio? No, porque a su vez el concepto del Superhombre nos retrotrae a la figura del übermensch de Friedrich Nietzsche. Lo cual ejemplifica a su vez la teoria del eterno retorno de Nietzsche, que viene a decir algo así como que las ideas y los ideales solo se repiten desde el comienzo de la Humanidad adoptando distintas formas, pero siempre recordándonos a los originales.
Sigamos viendo cómo todo ha cambiado. El primer número de Superman sale en junio de 1938, pero no fue hasta 1940 que se presentó la kryptonita y luego en 1943 cuando en un cómic nos dijeron que era la única sustancia capaz de matar al Hombre de Acero. Prácticamente, Superman era una prolongación de la Policía, de hecho el logo de su pecho en un primer momento parecía una placa de un policía de Nueva York. Ese Superman y ese Clark Kent respondían a una sociedad colapsada después del crack de la Bolsa de Nueva York de 1929 y la crisis de los años 30, donde el orden social y político se estaba recomponiendo en los Estados Unidos. Necesitaban los estadounidenses un modelo de conducta. Y ahí encaja Superman.
Pasaron las décadas, se agotó la Edad de Oro del cómic, pasamos a la Edad de Plata y, entonces, los intereses de la compañía ya eran otros. Querían representar polémicas sociales de su momento. Asistimos así mismo a la primera muerte de Superman en 1961 y luego a la segunda en 1992, de la cual nuestro chico americano superpoderoso volvió con un pelazo muy de acorde a la época.
¿Veis por donde quiero ir? Sigue siendo Superman, es Clark Kent en su día a día y sigue trabajando para el Daily Planet. Pero ha cambiado en su personalidad y su modo de ver el mundo ha evolucionado con las historias del personaje. Puede que probablemente donde más hemos podido ver el público, en particular, cómo se explotaban sus motivaciones superheroicas fue en All-Star Superman, la serie de comics que pudimos leer en 2005 de la mano de Grant Morrison.
Por ello, podemos concebir que los relatos superheroicos no son más que una suerte de memes o unidades de conocimiento cambiante que se van adaptando a la época en la que han tenido la suerte (o desgracia) de ser creados, creando una relación de retroalimentación y simbiosis con la sociedad.
La Mitología del Superhéroe
Entonces tuve un momento de extraordinaria lucidez, en el cual abarqué con la mirada el camino seguido hasta allí. Pensé: ahora posees la clave de la mitología y tienes posibilidad de abrir entonces todas las puertas que dan a la psiquis humana inconsciente. Pero entonces alguien susurró en mí: «¿Por qué abrir todas las puertas?». Surgió entonces la cuestión de qué era lo que yo había logrado hasta entonces. Había explicado los mitos de los pueblos primitivos, había escrito un libro sobre los héroes, sobre el mito en el que desde siempre vive el hombre. «Pero, ¿en qué mito vive el hombre de hoy?». «En el mito cristiano, podría decirse». «¿Vives tú en él?», me preguntaba. Si debo ser sincero, no. No es el mito en el que yo vivo. «¿Entonces ya no tenemos mito?». «No, al parecer ya no tenemos mito». «¿Pero cuál es, pues, tu mito, el mito en que tú vives?». Entonces me sentí a disgusto y dejé de pensar. Había llegado al límite.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
El psicólogo suizo Carl Gustav Jung, que vivió a caballo entre el siglo XIX y el XX, fue junto con Sigmund Freud uno de los padres de la teoría del psicoanálisis, que luego creó la escuela de la psicología analítica. Tanto Jung como Freud a día de hoy están desfasados como poco, pero lo que nos interesa del psicólogo suizo es el estudio que realizó con respecto a la interpretación de los sueños, lo cual le valió para preconcebir la existencia de un imaginario colectivo que en el ser humano se fijaría en una serie de arquetipos (el héroe, la sombra, el viejo sabio y el animus/a), por los que podríamos cortar los patrones de toda historia mitológica o sueño. Pero, básicamente, la idea principal de toda su teoría se encuentra en la cita anteriormente mostrada. Y es que necesitamos un mito que nos ayude a ordenar nuestra psique, a mantener a raya nuestros temores y que nos muestre los valores respetables que debemos alcanzar.
De manera complementaria, otro personaje destacado, el mitólogo Joseph Campbell, en su archiconocida obra El héroe de las mil caras estudiaría a fondo el tema del viaje del héroe y hallaría una suerte de patrón que suele cortar prácticamente cualquier relato heroico, que podéis ver en este infograma que resume a grandes rasgos su teoría; y del cual os invito a hacer el ejercicio mental de coger una historia heroica y tratar de encajarla (casi por seguro que lo vais a lograr; es muy divertido).
Ahora hagamos un curioso y pedagógico ejercicio mental. Empecemos cogiendo personajes mitológicos y les pondremos un equivalente superheroico, intentando encajarlos en los arquetipos junguianos clásicos (en total hay 12, y tienen mucho en común con las representaciones de los naipes del Tarot, pero nos quedaremos con los 4 primeros que he nombrado).
El héroe es una persona que se mueve inconscientemente. Representa la victoria del consciente contra el inconsciente. Es una persona que se hace a sí misma y vive por y para superar obstáculos y alcanzar unas metas. Está muy relacionado con otro arquetipo que sería el Padre. Para este caso, creo que lo más lógico sería pensar en Heracles y Perseo, que actúan como héroes (aunque su concepto de heroicidad igual nos parecería más similar a un antiheroe actual que otra cosa) para alcanzar la aprobación de su figura paterna y superior, Zeus. En DC, la figura quizás más parecida a Heracles sea Superman, y su Zeus sea Jor-El, que no tienen mucho que ver, pero encajan, ya que ambos se sustentan como figuras de autoridad impositivas sobre el héroe. Una figura heroica más clásica y aferrada a valores tradicionales del héroe en Marvel tiene que ser, obviamente, el Capitán América.
La sombra sería, grosso modo, lo opuesto al héroe, sin llegar a ser un villano. Me explico. Si el héroe representaba la victoria de la parte consciente sobre la inconsciente, la sombra representa la manera en que esa faceta del insconsciente aflora dentro de nosotros, aunque a veces no nos sintamos identificados con esa parte de nosotros y nos haga sentir culpable. Hace que exista el conflicto interno; sería una persona similar a Prometeo o Lucifer. En DC, creo que sería fácil pensar en Batman cuando hablamos de la sombra, ya no solo por la parte oscura que representa el personaje, sino porque sin llegar a ser lo opuesto al héroe representa el conflicto interno con lo negativo que todos llevamos dentro y cómo lo controlamos. En Marvel creo que sería más complejo hallar un superhéroe arquetípico que encaje por completo aquí, porque dicho conflicto interno lo podemos encontrar prácticamente en la mayoría de los personajes desde Tony Stark hasta Moon Knight pasando, en ocasiones, por Spider-man, sobre todo cuando se nos vuelve un poco inestable emocionalmente al unirse con el simbionte Venom.
El viejo sabio, el rey sabio o, simplemente, el sabio, es un arquetipo junguiano que representa a veces al mago. Es una figura de psicopompo en muchas ocasiones. Es también una figura paternalista que puede presentarse como castigador vengativo o como un viejo bobo. En la mitología, podríamos hablar de Odin y Zeus, del cual muchas veces se extrae la imagen colectiva que todos tenemos del Dios cristiano; aunque siempre que pienso en Odin prefiero relacionarlo con Gandalf en la obra de Tolkien. En DC, tendríamos al mago Shazam o al propio Capitán Marvel que cuenta con la sabiduría del viejo rey Salomón. Por otro lado, en Marvel, esta figura sería fácil directamente hablar de Odin, hay muchos más que encajarían en este arquetipo como el doctor Charles X. Xavier, Magneto o, hasta incluso, nuestro futurista Tony Stark.
Por último, el animus o la anima, es la representación arquetípica que, en el caso del animus, las mujeres vuelcan sobre los hombres, y, en el caso de la anima, los hombres vuelcan sobre las mujeres. Digamos que es el arquetipo más voluble y cambiante, porque irá evolucionando con las fantasías más íntimas tanto de hombres como de mujeres. No sería fácil fijar un único personaje en la mitología porque la representación mental que cada uno hace de ello ya se adhiere a la misma definición del animus y la anima. Sin embargo, en el mundo de los superhéroes de ambas editoriales (Marvel y DC) podemos ver cómo se traza una progresión en estos personajes. Tenemos a Thor como un hombre fornido, musculoso y heroico que representaría el animus y a Wonder Woman, una mujer que aunque poderosa le ha costado mucho ganarse su puesto como una de los Tres Grandes de DC, que representaría la anima, y, además, une con el pasado mitológico al ser una Amazona de Themyscira. Estos arquetipos son tan cambiantes que en el mundo del cómic costó varias décadas que las mujeres pudiesen ser consideradas válidas per se sin tener que ser una copia femenina de un superhéroe masculino siempre sexualizadas en nombre de las ventas, en casos como Superman y Supergirl, Batman y Batwoman, etc.
¿Conclusión? ¿To be continued?
Os llamará la atención ver cómo pongo el título entre paréntesis sin ningún motivo particular, pero todo se trata de que no existe una única conclusión válida al problema que plantea el título del artículo, como también pasa en otras muchas cosas en la vida. Es más, prefiero dejarlo a la interpretación del lector, que presumo ávido de conocimiento y capacidad reflexiva. Tanto si os gusta la mitología como si os gustan los superhéroes, espero que hayáis llegado hasta este punto y espero que os haya entretenido este artículo.
¡EXCELSIOR!
Fdd. Remus Okami
Bibliografía
– Campbell, J. (1949): El héroe de las mil caras. Fondo de Cultura Económica. Ed. 2015.
– Gustave Jung, C. (1961): Recuerdos, sueños, pensamientos. Seix Barral. Ed. 2001.
– Morris, T. (et alii): Los Superhéroes y la Filosofía. Blackie Books Ed. 2019