El desarrollo de la Historia durante el siglo XIX (ver antes la 1ª Parte), más allá de los casos alemán y francés, mostró tanto en sus preceptos metodológicos como en sus objetivos nacionales, importantes similitudes con los anteriormente descritos, máxime cuando el historicismo alemán fue el ejemplo a seguir prácticamente por la historiografía mundial, incluso en Gran Bretaña si bien con algunos aspectos diferentes.
La Escuela Whig (o liberal) británica
En Gran Bretaña, durante el siglo XIX, se desarrolló una Historia que tenía como objetivo principal explicar el pasado al servicio del presente, es decir, pretendía consolidar un modelo político y económico logrado gracias al consenso de la revolución de 1688 y que había evitado los conflictos sociales del continente. Democracia burguesa liberal y desarrollo capitalista eran las columnas claves que habían hecho de Gran Bretaña una potencia, por lo que se convertían en los objetos de estudio de la mayoría de historiadores británicos, y aquello que la clase política y la sociedad debían defender a ultranza.
La escuela liberal británica toma como referente fundamental a la llamada Escuela Histórica Escocesa, quien con David Hume y Adam Smith habían trazado los dos conceptos básicos que dibujan la teoría whig, el consenso político y social como algo fundamental en el crecimiento de la nación, y la idea de un progreso lineal en la historia que venía reflejado en el progreso científico y económico del país, si bien este crecimiento se entendía en clave capitalista, por lo que el progreso era progreso capitalista.
El autor que sentará las bases de la escuela liberal británica, y será considerado el maestro para las siguientes generaciones de historiadores británicos fue Henry Hallam (1777-1859) político liberal que escribió varios estudios literarios, y fue autor de la Historia Constitucional de Inglaterra publicada en 1827; en ella Hallam iniciaba su estudio con el ascenso al trono de Enrique VI y la terminaba con el ascenso de Jorge III, por considerar que seguir más adelante entraría en conflicto con problemas políticos del momento. A pesar de que fue criticada por parcialidad política la obra fue considerada de las mejores del tema y fue utilizada como referente hasta mediados del siglo XX.
En su obra se apuntan las características que definirán a la tradición whig británica. En primer lugar el análisis del pasado como referente del presente, para la interpretación liberal el pasado debía servir como modelo a seguir para el desarrollo y solución de los problemas presentes, así los personajes históricos aparecían fácilmente identificados como los que defendían el progreso y la libertad (las ideas liberales) y aquellos que pretendían recortarlos, en clara referencia a las disputas entre whigs y tories en el Parlamento Británico, esto conlleva a que los primeros aparezcan resaltados en la investigación histórica, mientras que los segundos aparezcan en algunas ocasiones reflejados incluso de forma cómica.
Una segunda característica es la identificación con protestantismo como modelo de progreso y catolicismo como modelo de retraso; de este modo se ensalzan las características de los protestantes que por su religión defendían la libertad y el progreso frente a los católicos que representaban todo lo contrario.
La tercera característica es la falta de percepción del progreso histórico en referencia a un hecho o acontecimiento. El claro ejemplo está en su estudio de la constitución británica a la que analizan como algo propuesto por la facción whig del parlamento británico en 1688, obviando las dificultades y los rechazos que provocó en un principio.
Finalmente para los historiadores whigs la historia tenía una carga importante de enseñanza moral, debía servir para mostrar a las generaciones presentes aquello que podía considerarse positivo o negativo, claro está que con el tamiz ideológico de quien lo escribía.
En el aspecto metodológico tenía pocas diferencias con el historicismo alemán, primando el documento escrito sobre otro tipo de fuentes, y la importancia del estudio de los grandes personajes históricos, si bien es cierto que aquí tendrá menos relevancia la política exterior y se centrará más en la evolución interna de Gran Bretaña. La principal diferencia radicaba en ser una historia más empírica y más alejada de preceptos filosóficos propios del continente, y en destacar la importancia del progreso científico y del económico, si bien este último entendido como progreso del capital.
El principal representante de la escuela liberal británica fue Thomas Babbington Macaulay, más conocido como Lord Macaulay (1800-1859). Además de historiador fue poeta y político liberal. Su principal obra histórica fue una Historia de Inglaterra (1849) que iniciaba con la revolución de 1688 y pretendía llegar hasta su momento presente. En la misma, Macaulay intenta mostrar la historia como ejemplo para las luchas presentes entre whigs y tories y como el consenso y el continuo progreso habían convertido a Gran Bretaña en una potencia mundial y evitado los conflictos sociales que se habían producido en el continente. La idea fuerza de su obra es que el pacto entre la monarquía y la facción whig en 1688 habían eliminado el peligro del radicalismo demócrata en Gran Bretaña y sentar las bases para un continuo progreso en la historia británica.
Macaulay que murió joven no pudo terminar su obra, que en el momento de su muerte sólo había llegado al reinado de Guillermo III.
William Stubbs (1825-1901) tiene la importancia de ser el historiador británico que consiguió la separación del estudio de la historia moderna de la historia antigua, fundando en Oxford la Escuela de Historia Moderna. Su principal obra es la Historia Constitucional de Inglaterra que abarca desde las invasiones teutónicas hasta 1485. En su obra defiende que las ideas de libertad y de consenso entre el rey y su pueblo fueron introducidas por las invasiones germánicas frente a los pueblos que habitaban Inglaterra.
Stubbs se caracterizó por realizar un profundo análisis textual y de crítica literaria de los documentos, así como implementar la paleografía para ayudar a la investigación histórica.
Otros dos historiadores con menor importancia que los anteriores fueron Edward Freeman (1823-1892) quien en su Historia de la Conquista Normanda de Inglaterra defendió que fueron los normandos los que introdujeron los conceptos de libertad y sentido constitucional a la isla; y James Froude (1818-1894) más polemista y escritor de viajes, publicó una Historia de Inglaterra que correspondía a la época Tudor y en la que realiza furibundos ataques al catolicismo y a Roma, defendiendo la idea de una Iglesia subordinada al Estado.
Un historiador conocido más por su reflexión filosófica que por su obra histórica es Thomas Carlyle (1795-1881) quien publicó La Revolución francesa. Una Historia y La Historia de Federico II de Prusia. Si bien es más conocido por Los Héroes donde defiende la importancia de las grandes personalidades históricas en el desarrollo de los acontecimientos históricos.
A partir de mediados de siglo, como resultado de la consolidación de la Historia como disciplina universitaria, la misma fue abandonado buena parte de los preceptos que habían caracterizado a la escuela liberal británica y se ve más influenciada por la metodología imperante del historicismo alemán.
El historiador que marca este paso a una historia más “objetiva y de rigurosidad científica” es Lord Acton (1834-1902) quien no escribió ninguna gran obra histórica que revolucionase la historiografía, y tuvo problemas para ocupar una cátedra universitaria a causa de su catolicismo. Sin embargo, al final consiguió un puesto en Cambridge, y fue el impulsor de The Cambridge Modern History junto a Adolphus William Ward. En la carta que envió a los colaboradores de la misma señalaba que los artículos debían evitar que el lector descubriese el pensamiento del historiador que debía limitarse a relatar el acontecimiento tal y como había sucedido.
Al igual que ocurría al estudiar el caso alemán, es necesario incluir en este estudio un historiador que por su vida vivió más en el siglo XX pero fue el último gran representante de la escuela liberal británica: G. M. Trevelyan (1876-1962). Historiador muy importante en su tiempo, comprometido por los temas de la educación en Gran Bretaña, y autor de numerosas obras. En ellas siempre defendió la idea que la gente común era más importante que la realeza, por lo que se debía estudiar la vida de la gente. Así mismo era un gran defensor de la idea de que un gobierno democrático traía aparejado un progreso social y económico constante.
Entre sus obras más conocidas se encuentran Vida de Garibaldi donde defiende la idea que el revolucionario italiano era un defensor de las ideas liberales británicas. Una Historia de Inglaterra en la que busca las raíces que conforman la idea de nación británica y las formas de su gobierno democrático.
En su Historia de Inglaterra en el siglo XIX deja entrever una cierta decepción a su idea de progreso constante del mundo. La obra escrita tras la Primera Guerra Mundial era hija de un tiempo crítico con la creencia de un mundo estable. Su obra más conocida y que se convirtió en un éxito de ventas fue Historia Social de Inglaterra.
La Historia en EE.UU.
El desarrollo de la Historia en EEUU estuvo parejo a la evolución y crecimiento del país. En un primer momento la Historia en EEUUU fue similar a la que se desarrollaba en Francia a principios del siglo XIX, en consonancia con la expansión y formación geográfica y política de los EEUU; así los historiadores, como ocurrió en el caso francés, eran en su mayoría escritores, periodistas y políticos cuyas obras eran en ocasiones más literarias y de orientación política que obras metódicas de gran rigor histórico.
El primer historiador americano de importancia, considerado como el padre de los historiadores del siclo XIX es George Bancroft (1800-1891) personaje muy ligado a la política, fue Secretario de Estado de la Armada y fundó la Academia Naval de Estados Unidos en Annapolis. Es autor de una Historia de los Estados Unidos, publicada en varios volúmenes recogía desde el descubrimiento hasta la Guerra de Independencia. Retirado de la vida política escribió una Historia de la formación de la Constitución de los Estados Unidos.
Un historiador más conocido entre nosotros por su obra literaria es Washintong Irving (1783-1859) que también ocupó cargos políticos que le ayudaron a escribir sus obras, ingresó de muy joven en la Sociedad Histórica de N. York, lo que le permitió escribir una Historia de Nueva York de gran popularidad en su momento, así como biografías de héroes navales americanos como James Lawrence y Oliver Perry.
Nombrado embajador en España, consultó los archivos españoles escribiendo una Crónica de la conquista de Granada.
Otro autor, que también ejerció de embajador, en este caso en los Países Bajos, fue John L. Motley (1814-1877), quien escribió La creación de la República Holandesa, y posteriormente una Historia de los Países Bajos.
Francis Parkman (1823-1893) se especializó en los conflictos en suelo estadounidense de Gran Bretaña y Francia. Sus principales obras son La Conspiración del Pontiac, Los Pioneros de Francia en el Nuevo Mundo y El Antiguo Régimen en Canadá. Desde el siglo pasado se entrega un premio por parte de la Asociación Histórica Americana con su nombre al mejor libro de historia de los Estados Unidos.
El autor que marca el tránsito a una historia más metodológica es William H. Prescott (1796-1859). Sus obras tienen una buena narración unido a un estilo literario depurado, y se basan en la imparcialidad y el rigor documental de los hechos descritos. Especializado en la Historia de España escribió Historia del reinado de Fernando e Isabel. Los Católicos, Historia de la conquista de México, Historia de la conquista del Perú, e Historia de Felipe II.
Tras la Guerra Civil y la conquista del Oeste la Historia en EEUU tomó como referente al historicismo alemán, reflejo de la consolidación de un nuevo país que buscaba en la Historia su justificación. Muchos jóvenes historiadores fueron becados para realizar sus doctorados en universidades alemanas, y las universidades que fueron surgiendo en los EEUU tomaron como referencia a las alemanas, los ejemplos más claros fueron las Universidades de Yale y Berkley.
El historicismo alemán pasó a convertirse en el método por excelencia de la investigación histórica en los EEUU, y en 1884 cuando se fundó la American Historical Association, Leopold von Ranke fue nombrado presidente de honor.
El historicismo fue llevado a las universidades americanas por jóvenes estudiantes que habían realizado sus doctorados en Alemania con tutores que representaban los puntos clave del historicismo como eran la objetividad, la importancia del documento escrito y el estudio de la gran política, en especial la exterior, y las grandes personalidades.
Los principales representantes de esta corriente en los EEUU fueron Albert Bushnell Hart (1854-1943) presidente de la Asociación Histórica Estadounidense durante muchos años y editor de la American Historical Review, se especializó en la historia de los Estados Unidos, y es considerado el padre de la historia erudita en el país. Sus principales obras son La Formación de la Unión, Esenciales de la Historia Americana y Esclavitud y Abolición.
James Harvey Robinson (1863-1936) fue un historiador y estudioso de las ciencias sociales muy influyente en su tiempo, en el campo de la historia escribió una Introducción a la historia de Europa Occidental que por su erudición, recopilación de datos y documentos, y en especial por el tratamiento dado a los mismos cambió la forma de estudiar la historia de Europa en los EEUU. En el plano de las CCSS escribió La Mente en la Humanidad: La relación de la inteligencia en la reforma social que gozó de gran popularidad en su momento y relacionó la historia con el resto de CCSS.
Curiosamente de ser un introductor del historicismo se convirtió en uno de sus críticos, cuando con Charles A. Beard fundaron la New History que ponía en cuestión los preceptos historicistas, defendían la relación con el resto de las ciencias sociales, y consideraban los estudios históricos como necesarios para dar respuesta a problemas presentes.
Breve introducción a la Historia en otras naciones europeas
El desarrollo de la Historia en el resto de los países europeos siguió una tendencia parecida, a principios de siglo los autores eran más políticos y literatos que historiadores y a partir de la segunda mitad se guiaron por pautas metodológicas que bebían del historicismo alemán.
En el imperio austro-húngaro, el historiador más conocido e importante fue el checo František Palacký (1798-1876) quien escribió una Historia de la nación checa en Bohemia y Moravia siendo uno de los impulsores del nacionalismo checo.
En Italia, Michele Amari (1806-1879) y Cesare Balbo (1789-1853) fueron políticos que lucharon por la unificación del país y utilizaron sus obras históricas para justificar sus ideas. El primero oriundo de Sicilia es autor de una Historia de Sicilia y de una Historia de los musulmanes en Sicilia en la que utilizó material documental escrito en árabe. Es conocido fundamentalmente por sus estudios sobre las Vísperas Sicilianas.
El segundo oriundo de Florencia escribió unas Meditaciones Históricas y Pensamientos sobre la Historia de Italia. Tras la unificación, sobresalió Pasquale Villari (1827-1917) que introdujo la erudición al país, trabajando en bibliotecas públicas publicó el Archivio Storico Italiano, y es autor de biografías sobre Savonarola y Maquiavelo.
En España resalta la figura de Rafael Altamira (1866-1951) que, además de historiador, fue un pedagogo partidario de Friedrich Krause y del Instituto de Libre Enseñanza. Autor de numerosas obras destacan Historia de la civilización española e Historia de España.
En Rusia los inicios de siglo ven la figura de Nikolai Karamzin (1766-1826) escritor y ensayista de tendencia romántica escribió una Historia del Estado Ruso. En la figura de Serguei Soloviov (1820-1879) encontramos ya características propias del historicismo alemán. Es autor de la monumental obra Historia de Rusia desde los primeros tiempos, Historia de la caída de Polonia y Lecturas sobre Pedro el Grande.
El último autor importante de este siglo es Vasili Kliuchevski (1841-1911) a quin pude considerarse enteramente historicista, si bien no escribió ninguna gran obra son importantes sus artículos y estudios sobre las actividades económicas del Monasterio de Solovetsky y sus estudios sobre la Duma de los Boyardos.
La Historia en el siglo XIX se desarrolló fundamentalmente bajo la égida metodológica del historicismo alemán, y con ella se escribieron las principales obras del periodo. Fue el momento de la creación de los Estados Nacionales y de las principales universidades, la historia sirvió la mayoría de las veces para justificarlos. A pesar de las críticas que puede realizarse a la misma, lo cierto es que fue el periodo de la fundación y formación del carácter metodológico del análisis histórico y de las herramientas que debe utilizar el historiador.
Bibliografía
A la bibliografía señalada en la primera parte se pueden añadir estas obras más propias de este artículo:
- Acton, Lord: Lectures on Modern History. Fontana Classics, Londres, 1960
- Burrow, J.W: A Liberal Descent. Victorian Historians and the English Past. Cambridge Univeristy Press, Cambridge, 1981
- Butterfield, Herbert: The Whig Interpretation of History. Pelican Book, Londres, 1973
- Cannadine, David: G. M Trevelyan. A life in History. Harper Collins, Londres, 1992
- Macaulay, Lord: The History of England. Penguin Classics, Londres, 1968
- Novick, Peter: That Noble Dream. The “Objectivity Question” and the American Historical Profession, Cambridge University Press, Cambridge, 1992
- VV. AA.: Social History of England Penguin Books, Londres, 1969
- Trevelyan, G, M: British History in the Nineteenth Century. Penguin Books, Londres, 1965