El Pacto de No Agresión. ¿Aliados o socios incómodos?
La Alemania Nazi y la Unión Soviética distaban de ser aliados. Enemigos ideológicos destinados a destruirse mutuamente. Cabe mencionar esto como se refleja en el cine en la película de Alejandro Nevski, dirigida por Serguéi Eisenstein, que representaba la invasión de Novgorod por los caballeros teutones mandados por el Sacro Imperio, dando lugar a la Batalla del Hielo en el Lago Peipus, donde un milagro dio la victoria a los rusos.
Durante este filme de 1938 (el cuál recomendamos que nuestros lectores echen un vistazo en cualquier clip de YouTube y vean al menos la parte de la batalla), todavía no se había firmado el Pacto de No Agresión Germano-Soviético.
Los soviéticos produjeron esta película para preparar al público para una guerra que no tardaría en llegar. Habrá guerra con Alemania, estarán acorralados, sin ayuda de nadie contra un enemigo terrorífico (véanse como lucen los teutones en la película como demonios de hierro haciendo referencia a los panzer alemanes), pero con fe y determinación, el pueblo ruso como hizo con los teutones saldrá victorioso.
Hasta 1939, un juego de intereses empujó a la URSS y Alemania a firmar un Pacto de No Agresión entre los ministros Molotov y Ribbentrop. Este Pacto, permitía a Alemania y al gigante soviético, cubrirse las espaldas para enfrentarse a sus propios problemas. Stalin, aprovechó la invasión alemana de Polonia para apoderarse de Pisa, Narew, Bug, San y Wilno. Territorios con habitantes en su mayoría bielorrusos, lituanos, y ucranianos, que les fueron arrebatados en el conflicto de 1920.
A su vez, Stalin preparó el tablero para prepararse para su enfrentamiento contra Alemania. Comenzó a movilizar sus fuerzas ocupando los territorios de Lituania, Letonia y Estonia en 1940, e inició una invasión militar contra Finlandia, que derivó en una paz blanca que tan solo hizo conseguir unoskilómetros de territorios a consecuencia de muchas bajas soviéticas. Durante 1939 a 1941, la URSS envió de forma simbólica, reservas de cereales, vestimenta, petróleo, caucho, etc. a Alemania. Todo un movimiento de geopolítica o “Realpolitik”.
Sin embargo, ambos países sabían que acabarían chocando en intereses. Del mismo modo, en que la URSS se alió con Estados Unidos para derrotar a Alemania, y más tarde protagonizarían la Guerra Fría, Hitler rompió con Stalin y daría el primer paso para una invasión terrestre a gran escala contra la URSS. Este movimiento tan arriesgado de Hitler fue provocado por su temor a Stalin, tras la anexión de los países bálticos y Moldavia, pensando que era el momento de dar un ataque por sorpresa antes de que el país soviético finalizase por completo sus preparativos. A parte que los rumores de las purgas y las derrotas en Finlandia, parecían validar los argumentos del líder de Alemania de que la URSS caería en picado tras un golpe fatal a su ejército.
Stalin cometió un grave error, que posiblemente fue el que afectó en mayor medida a su carrera política como dirigente. Él confió en que Alemania no se atrevería a romper el pacto, obviando las advertencias de sus espías en Alemania, Suiza o del propio Winston Churchill. Días antes de la invasión, aviones de reconocimiento alemanes violaron el espacio aéreo soviético para fotografiar bases y posiciones soviéticas. Por otra parte, países aliados con el Eje, retiraban a sus diplomáticos de Moscú, y hasta se dice que el servicio de inteligencia del NKVD, alertó de una posible invasión hasta cuarenta y siete veces, pero Stalin no hizo caso alguno.
En verano de 1941, el ministro Molotov apareció delante de él para informarle que Alemania les había declarado la guerra, y que tropas alemanas habían entrado en el país. El dirigente soviético, no pudo lidiar con semejante traición, y ordenó a sus comandantes que mantuvieran sus puestos y destruyeran las fuerzas alemanas. Sin ninguna coordinación, las líneas de defensa cayeron, los alemanes avanzaban 100 km por día y destruyeron cinco ejércitos soviéticos.
No se sabe cómo ni porque, pero Stalin desapareció para recluirse en su hogar. Sólo, estando días sin dar señales de vida, nadie supo con certeza que hizo Stalin en esa caseta. Posiblemente no pudo aceptar que Hitler le hubiera engañado, pensando que él tenía el control de la situación. No podía leer los informes donde las derrotas soviéticas en la frontera. No obstante, cuando regresó, Stalin con nuevos zapatos, volvió a tomar las riendas de la Unión Soviética y se preparó para el momento más importante de la breve historia de la URSS.
Los planes soviéticos contra Barbarroja. Un buen plan que murió con la primera bala
El Alto Mando Soviético se había preparado para una guerra contra el Eje. Un análisis de Inteligencia barajó que Alemania contaría con 233 divisiones, creyendo que la punta de lanza alemana entraría por Ucrania, donde el terreno era más favorable para un asalto mecanizado. Mientras que Japón, podría atacarles en el Lejano Oriente, con al menos 37 divisiones. La URSS presentaba un plan en el que se preparaban para una guerra de dos frentes, y hasta para luchar en inferioridad numérica, preparándose para las peores situaciones.
Hasta 171 divisiones se movilizaron para posicionar las líneas defensivas de la frontera. La doctrina soviética de 1941 valoraba más sus buenos resultados defensivos durante la Guerra de Invierno que las ofensivas de Zhukov contra los japoneses en oriente, que habían sido demasiado costosas. Esto llevó a un planteamiento razonable, en el que debían luchar a la defensiva para desgastar a sus enemigos. Stalin confió en el criterio de Zhukov, trazando una línea desde Pinsk hasta Moldavia para cubrir posiciones de defensa, y desviar fuerzas del distrito norte donde el territorio era boscoso.
El avance alemán sortearía el sur hasta Kiev, y consideraban que el avance tendría el objetivo de llegar al Cáucaso, y no a Moscú. En los primeros días de la invasión, por debajo de las Marismas del Pripiat, estaban concentradas la mayor parte del Ejército Rojo. La línea del Dniéster hasta contaba con unos grupos de reserva en sus líneas, y potentes fuerzas que aguardaban el Dniéper. Una fortaleza Roja en toda regla. En el distrito del Báltico, las fuerzas de la frontera no contaban con ningún tipo de apoyo. Tan solo una serie de reservas al norte del Golfo Finlandés, demasiado alejados para prestar ayuda.
Lo mismo ocurre con los ejércitos soviéticos del centro de Polonia que cubrían la frontera, contando con apenas algunas unidades de reserva. Norte y centro, con una delgada línea de defensa, y sin contar con suficientes tropas en la reserva, se tendrían que enfrentar a lo mejor del ejército alemán. Es por eso, que el resultado fuese tan catastrófico en esta zona, mientras que el enorme contingente soviético del sur quedó estático ante un avance alemán de menor contundencia al mismo tiempo que los grupos centro y norte avanzaban sin problemas con amenaza de cercarlos.
A nivel estratégico, la primera línea de tropas debía parar la ofensiva alemana (sufriendo la mayor parte de las bajas). La segunda entraría a lanzar un contrataque contra las desgastadas puntas de lanza enemigas o reponer la defensa de la primera línea si ésta estuviera muy debilitada. Si sucediese esto último, la tercera línea sería la que tuviera la acometida de lanzar el contrataque contra las fuerzas alemanas.
Otro error fatal fue disponer de aviones en los aeródromos cerca de la frontera, un error estratégico, ya que, para el plan soviético enfocado en una defensa en profundidad hubiera sido más acertado disponer de estos aviones en el interior, para atacar los escuadrones enemigos. Tener llenos los aeródromos de la frontera solo serviría para un ataque en territorio alemán, algo que no se planteaba de ningún modo. Se sumó esto, a que el lento despliegue de la fuerza soviética provocase que la mayor parte de la fuerza aérea roja fuera destruida, incluso sin disponer tiempo de despegar, provocando que Alemania obtuviese la supremacía aérea hasta finales de 1942.
A pesar de que hemos hecho una lista de errores fatales por parte de la Unión Soviética. En realidad, muchos de estos errores, a modo de una suerte de tontos, provocó la victoria soviética a largo plazo. Pues los alemanes sucumbieron al peso de sus victorias. Con un rápido avance en el centro y norte, la gran concentración de tropas soviéticas en el sur provocó que Hitler detuviese la ofensiva a Moscú, para desviar divisiones al perímetro de Kiev. A pesar de que Kiev fue la mayor catástrofe militar de la historia de la Unión Soviética, lo cierto es que dio tiempo a los soviéticos para preparar la defensa de Moscú. Del mismo modo con la llegada de las lluvias otoñales, deterioraron la rapidez de los tanques alemanes en las fases finales de Barbarroja.
Lo cierto es que las estimaciones soviéticas provocaron que sobrevaloraran la disposición de las fuerzas alemanas y sobre un posible frente en oriente contra Japón, que llevaría a una movilización masiva de 14 millones de soldados en reserva, un despliegue de 15.000 tanques pensando que Alemania tenía 10.000 cuando en realidad la Wehrmacht contaba con 4000 tanques y con 183 divisiones para lanzar la invasión. Al prepararse para lo peor, la URSS contaba con los recursos necesarios para afrontar la peor de las situaciones. Cuando los alemanes hicieron todo lo contrario, subestimar al Ejército Rojo.
Comienza la invasión
El 24 de junio de 1941, a las 3 horas, 30 tripulaciones de bombarderos alemanes cruzaron la frontera soviética y atacaron 10 bases soviéticas en tan solo 15 minutos, dañando aviones, camiones y cuarteles. Ese mismo momento, la artillería alemana bombardeó las posiciones soviéticas. Así empezó la guerra en el frente oriental. La Fuerza Aérea Roja perdió un total de 1200 aviones en tan solo unos minutos de empezar la guerra. Los supervivientes a pesar de su valentía, no fueron rival para los aviones alemanes. Se inauguraba así el reinado de las águilas en los cielos de la Unión Soviética hasta un año y medio.
Sin cazas de apoyo que los protegiesen, los ferrocarriles soviéticos fueron acosados por los stukas, y las tropas de retaguardia apenas podían llegar para ayudar a los de primera línea, si es que seguían vivos. En este caso, las tropas de la frontera lucharon con bravura hasta vaciar cargadores de municiones antes de caer abatidos. La ciudadela de Brest fue tomada por cuatro Panzergruppen, tomando para Alemania la orilla oriental del Bug. Tan solo quedaron las ciudadelas de Przemysl y Lvov, que duraron hasta finales de junio.
El caos fue absoluto y las bajas eran incontables antes siquiera que Stalin recibiese la noticia. El líder soviético entró en cólera y ordenó a todos sus mariscales que atacaran a los alemanes, sin saber que las primeras líneas habían sido rebasadas y que los supervivientes quedaban sitiados en las fortalezas y trincheras. Apenas corría la información por el difícil sistema de comunicación de la época, movida por el teléfono a distancias locales, y los telégrafos que ya tenían sus limitaciones antes de que los cazas alemanes destruyesen la red de Comunicaciones del Comisariado, colapsando totalmente la red y dejando a oscuras a los cinturones soviéticos.
Las seis primeras semanas para la Stavka
El término de Stavka, aludía tanto al Estado Mayor General como al Alto Mando Supremo y Stalin, siendo el Comité Estatal para la Defensa el cuerpo de mayor rango que supervisaba la sección StavkaVGX. Durante el comienzo de la invasión, la Stavka, que era el intento de Stalin de centralizar el mando de poder, fue incapaz de mantener el control de la situación. Stalin estuvo ausente los primeros días, siendo una versión antigua que describe al dirigente soviético entrando en una crisis nerviosa. Sin embargo, David Glantz insiste que Stalin no perdió los nervios, sino que se mantuvo firme y se dedicó hablar constantemente con sus comandantes.
Molotov confesó que Stalin se retiró en su hogar, cuyos comandantes tuvieron que acudir a su encuentro tras su desaparición. Según confesiones de éstos, encontraron a un anciano petrificado, y que el mismo Stalin, parecía tener miedo de ellos. De este relato, surge la teoría del ataque de nervios de Stalin, como un político hundido y vulnerable ante una situación crítica. Sin embargo, este relato se ha cogido con muchas pinzas, ya que fue usado por críticos con la figura de Stalin para atacarle en un momento de vulnerabilidad. Por lo tanto, posiblemente el historiador estadounidense Glantz, tenga razón en que se ha exagerado sobre el estado de Stalin los primeros días tras su intensa actividad en la mesa de mando. Nunca sabremos a ciencia cierta, que hizo Stalin encerrado en su hogar, que pensaba o si en verdad estaba hundido por lo que estaba sucediendo.
Durante este tiempo, a falta de liderazgo y de decisiones. Timoshenko, Zhukov, Vasilevski y Budionni, partieron de Moscú para visitar los distintos puntos del frente y ponerse al mando del Ejército Rojo. Tal como describen los mismos mariscales, parecía que estaba sucediendo el fin de los Tiempos. Sin embargo, nunca se atrevieron a tomar decisiones relevantes, por miedo a represalias de Stalin. Pero el 1 de julio de 1941, Stalin reapareció públicamente. Tras un discurso repasando la historia de Rusia, desde tiempos de Iván el Terrible hasta la derrota de Napoleón, animaba a todo el país a movilizarse y expulsar a los invasores fascistas.
El 10 de julio, se crearon los teatros de operaciones conocidos como Direcciones Principales de Mando al mando de Voroshílov y Budionni. En la práctica, Stalin a través de la Stavka, daba las órdenes a estos teatros de operaciones a modo de subordinación. Un error grave que costaría territorio y hombres a los soviéticos, y que no sería tras 1942, cuando Stalin se diera cuenta y cediera el mando a sus subordinados para que tuvieran libertad de acción.
El 16 de julio, todos los comisarios fueron llamados a filas para que controlasen la autoridad del ejército. Un día después, se impulsó la Sección Especial para erradicar espías del Eje tras varias filtraciones de su actividad interior. Muchos soldados que se retiraban de los cercos fueron detenidos e interrogados, pues en aquellos días, las tensiones y el miedo a filtraciones estaba a la orden del día.
Este fue el caso del general Pávlov y otros miembros del Estado Mayor. Durante la Batalla de Bialystok-Minsk u Operación Defensiva Estratégica de Bielorrusia, donde el 2º Grupo Panzer del general Guderian y el 3º Panzergruppen de Hoth, derrotaron las fuerzas de Pavlov, Aleksandr Korobkov, Konstantin Golubev y Petr Filatov. Durante la batalla, Pávlov realizó un contrataque sin cuidar los flancos.
El resultado fue una masacre y la destrucción de cuerpos mecanizados soviéticos. Pávlov inició la retirada tras un último contrataque, y más tarde, tuvo que responder ante este mal resultado. A él y al resto de oficiales, se los acusó de falta de iniciativa, de disciplina, y de abandonar sus posiciones sin pedir permiso, pues esto último derivó en el colapso de la línea y provocar que el resto de las unidades quedaran a merced de los alemanes. Los generales se defendieron con que la situación les sobrepasó, pero el juzgado creyó que sus acciones que provocaron la muerte de 341.000 soldados soviéticos merecían una pena severa, la ejecución. Esto es un ejemplo más de la delicada situación de 1941.
Los tanques soviéticos. Caballeros del proletariado
El éxito de la movilización soviética daba sus frutos. A finales de junio y julio aparecieron 13 ejércitos nuevos, 19 en agosto, 5 en septiembre, 7 en octubre, 11 en noviembre y 2 en diciembre. Esto sirvió para reemplazar todo lo perdido en los primeros meses de la guerra, reemplazando los 20 ejércitos perdidos y para reponer los que se perderían en un futuro. Sin embargo, fueron las fuerzas acorazadas las que dieron una chispa de esperanza a la debacle del Ejército Rojo.
En 1939, el Ejército Rojo primó la infantería sobre sus poderosos tanques por los malos resultados de la Guerra Civil Española, y por dar carpetazo a las teorías de la guerra móvil de Tujachevsky. Sin embargo, los alemanes antes de la invasión no contaban con información de ningún tipo de la capacidad de los cuerpos mecanizados soviéticos. Los soviéticos contaban con 10.000 tanques, desde ligeros, medianos y pesados. Los alemanes contaban con unos 4.000 que, en su mayoría, eran Panzer II, Panzer 38 (t) y Panzer 35 (t) (que serían tanques ligeros), y tanques medianos en menores cantidades, siendo mayoritariamente Panzer III (tanque desfasado por entonces) y Panzer IV.
Los tanques ligeros estaban acomodados a misiones de reconocimiento, mientras que los Panzer III y IV, eran unidades de combate con cañones de 50 mm, y rara vez de 75 mm L/24 (que era más eficaz en combate). Esto derivó a grandes problemas a los tanques alemanes, ya que los tanques soviéticos gozaban de mayor potencia de fuego y protección. El T-34 poseía mayor maniobrabilidad que los panzer, por no hablar de que el KV-1 era un tanque pesado, con un blindaje grueso que los cañones alemanes eran incapaces de atravesar y del que tenemos una interesante historia.
A larga o media distancia, el KV-1 resistía los proyectiles alemanes, superando incluso los centenares de impactos de sus unidades. Zinovy Kolobanov, fue comandante de carro KV-1. Camuflado y acechando sobre una carretera, los blindados soviéticos atacaron una columna motorizada alemana. Los blindados germanos quedaron atrapados, inmóviles y expuestos al fuego de los KV-1 que sería entre 5 de estos tanques contra 43 panzer alemanes. Zinovy Kolobanov, destruyó 30 tanques alemanes, recibiendo su tanque más de 100 impactos antes de quedar inservible y forzándolo a abandonarlo.
Otro caso curioso, es el del modelo KV-2, un cañón de asalto pesado, característico por su torreta que le da la imagen de un tanque cabezón. En plena Operación Barbarroja, el KV-2, su única virtud como tanque fue su blindaje. En el Puente de Rasseiniai, un solitario KV-2, emboscó a toda la 1º División Panzer en el río Dubysa. El KV-2, resistió lo suficiente gracias a su blindaje, y su cañón pesado que destrozaba los tanques ligeros alemanes. Finalmente, un zapador alemán logró introducir una carga en el cañón del KV-2 y destruirlo. Un solo tanque, no sólo había detenido a toda una división alemana, sino que provocó que otras divisiones tuvieran que cambiar su ruta.
Reasignación estratégica
Los Planes Quinqueniales de Stalin fueron uno de los mayores éxitos de su gobierno. A pesar de que el país en tiempos de Nicolás II, comenzaban a darse los frutos de la capitalización y modernización del país, lo logrado por el gobierno soviético rozaba lo fantasioso. Desde la implementación de la industria pesada, la construcción de infraestructura, comunicaciones, carreteras, fábricas… aldeas yermas que en 1941 eran núcleos provistos de infraestructuras modernas. Los nazis quedaron impresionados con lo que se estaban encontrando a medida que avanzaban.
De los escritos de Goebbels se puede apreciar como el alto dirigente nazi, confesaba la realidad de que la URSS y el socialismo habían elevado el nivel de vida de la población: «¿Cómo es posible que un pueblo tan primitivo pueda alcanzar tales objetivos técnicos en tan poco tiempo?» (29 de noviembre de 1941); «En lo que respecta a Rusia, es incontestable que Stalin ha alzado el nivel de vida. El pueblo ruso no sufría el hambre. En conjunto es necesario reconocer que han sido construidos talleres de la importancia de las Hermann Goering Werke allí donde hasta hace dos años, no existían sino aldeas desconocidas. Nos encontramos líneas de ferrocarril que no están en los mapas» (26 de agosto de 1942).
Lamentablemente, el esfuerzo logrado por la URSS iba a beneficiar a los alemanes. El Consejo de Evacuación fue incapaz de reubicar la infraestructura antes de la llegada de los germanos. El Donbás producía hasta el 60% de las necesidades de carbón del país, y ahora estaba en manos alemanas. Todos los frutos cosechados por los soviéticos tras años de esfuerzos ahora debían ser destruidos.
Así empezó el famoso programa de autodestrucción llevado a cabo por el Ejército Rojo. Locomotoras, estaciones, equipo y maquinaria de trabajo, fue en su mayoría inutilizado o destruido si no podía ser transportado. La población local a su vez parecía presentar su compromiso en la política de tierra quemada, ya sea por la propaganda soviética hablando de las atrocidades de los nazis o por su lealtad al régimen. Tan solo ucranianos, estonios y letonios (afectados por la colectivización de la tierra), desertaron y abrieron las puertas a los alemanes, colaborando incluso en la entrega de políticos comunistas, judíos y gitanos. Sobre todo, muchos ucranianos se negaron a participar en la destrucción, y dejaron a los ocupantes gran parte de la infraestructura intacta. Pronto sucedieron saqueos, y ataques a autoridades soviéticas en estas regiones.
Los alemanes necesitaban cromo, níquel y petróleo, materias primas que tenía la URSS, y se dispusieron a emplear las fábricas locales ocupadas por los obreros, para usarlos como mano de obra esclava en la propia Alemania, para relajar las demandas del frente. El mayor éxito en la evacuación fue el de los ferrocarriles, logrando transportar la flota de trenes hasta la capital, y así privar a los alemanes de transporte, que tuvieron que traer de Alemania hasta 200.000 vagones.
Los alemanes ganaron mucho terreno, pero tuvieron que recoger los restos de la infraestructura destruida. La red de ferrocarril tuvo que cambiarse para ajustarse a los convoyes, siendo difícil el sistema de cambios de aguja, la red de comunicaciones, torres de agua, etc. A pesar de esto, una gran parte de las cosechas y una parte de las secciones industriales, cayeron en manos alemanas, y a lo largo de un año, los recursos soviéticos lograron satisfacer ciertas carencias de la economía de guerra alemana.
El problema más grande para Stalin fue el traslado de plantas industriales hacia los Urales para que la producción de guerra no se detuviese. El caso más famoso es el de la ciudad de Kharkov, cuya defensa de la ciudad logró dar tiempo a los ingenieros para la evacuación de las plantas industriales. Estos ajustes de última hora fueron fundamentales para que la producción de guerra industrial siguiese activa durante los años más duros de la guerra.
Conclusiones
La Unión Soviética tuvo sus errores, pero también aciertos destacables. La preparación masiva para un escenario pesimista les hizo tener un plan de respuesta básico para contestar al ejército alemán. Entre malas decisiones y algunas contradicciones estratégicas, la Stavka socavó las capacidades de su Ejército Rojo y lo convirtieron en un fácil blanco para las primeras semanas del conflicto.
Un golpe de realidad hizo ver a Stalin y el Alto Mando los errores para disponer de un cambio radical que no lograría arrancar hasta principios de 1942. El mundo contuvo el aliento al ver como Alemania parecía imparable en su avance en suelo ruso. Nadie había conseguido parar los pies a la Wehrmacht de Hitler. Pero los soviéticos no sabían en ese momento que los nazis también sufrirían una serie de errores y contradicciones fatales.
El ejército alemán, a pesar de su indiscutible victoria entre 1939-1941, era un órgano más frágil de lo que aparentaba. La logística alemana brillaba por su ausencia en el frente del este, las divisiones no lograban reponerse a tiempo de las pérdidas sufridas. Tanto Hitler como sus generales, fueron victimas de su propia victoria, gozando de tal confianza que condenaron a la Operación Barbarroja con objetivos mal definidos, con cambios de planes a última hora, y con comandantes que, llegados a su punto final, no sabían cómo proceder.
Barbarroja fue diseñada en base a la doctrina alemana del momento. Una rápida ofensiva apoyada por la sorpresa, la rapidez y los movimientos envolventes que cercarían grandes ejércitos para destruirlos. Si la Wehrmacht no lograba llegar a los objetivos principales: Moscú y Leningrado; ni destruir a los ejércitos soviéticos a tiempo, entonces la operación fracasaría. Puesto que el Ejército Rojo podría reagruparse y devolver el golpe en cuestión de tiempo.
A pesar del cerco de Kiev y otros desastres negros del Ejército Rojo. Alemania no había logrado completar su fase final por una serie de contratiempos. Al detener su avance, Moscú se preparó con los ejércitos supervivientes, con la movilización ciudadana, el poder del NKVD y las tropas del Lejano Oriente, para cimentar lo que sería una de las batallas más decisivas de la historia. En dicha batalla, el mundo contuvo el aliento, pues el destino de la guerra parecía decidirse en la misma. Pero esto, lo veremos en el siguiente artículo.
Bibliografía:
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