El 1 de enero de 1994 empezaba de las formas más convulsas posibles en el estado de Chiapas (México), ya que, sin previo aviso, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) iniciaba una insurrección armada y declaraba la guerra al Estado de México. Las tropas insurgentes tomaron San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal. La insurrección culminaba sus primeros pasos con la lectura de la primera Declaración de la Selva Lacandona donde se reclamaba «trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz».
¿Por qué se produjo? Breve contextualización
En México, durante los años 60, el movimiento armado que se oponía al gobierno, reapareció con fuerza con el fin de retomar la herencia histórica que había dejado la Revolución Mexicana de 1910 protagonizada por Emiliano Zapata. En este sentido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era el brazo político de estas manifestaciones armadas. Hubo dos tipos de guerrillas: la urbana y la rural. Para el caso que nos ocupa, la guerrilla rural es en la que me centraré. La Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) fue la principal responsable, junto al Partido de los Pobres, de actuar en el suroeste de México e intentar revertir la situación de pobreza que afectaba a un territorio de 2 millones de personas, las cuales vivían en una economía agrícola y con un elevado índice de analfabetismo. A raíz de esto, muchas asociaciones que surgieron en los 60-70 reivindicaron de nuevo el programa de Zapata; ejemplos son: el PRI, las FAR, el FER, las FRAP, el FUR… En cualquier caso, todas ellas acabaron siendo tapadas por la más importante: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Chiapas reunía todos los requisitos para el levantamiento armado. Para que nos hagamos una idea, de los 3.200.000 de habitantes, la mayoría eran indígenas; de los cuales, el 32% hablaban algún dialecto del país y un 30% era analfabeta. Además, pese a que el 55% de la producción hidroeléctrica se realizaba en Chiapas, el 34% de la población carecía de electricidad. A comienzos de los años 90, se firmó el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, entrando el vigor el 1 de enero de 1994 coincidiendo con el levantamiento armado. Así pues, las demandas del EZLN respondían a los factores que habían provocado el malestar en la región desde los años 60: la pobreza severa que había (hambre y miseria), el olvido y marginación de la población indígena por el Estado (desde la anexión en 1824) y la represión contra las protestas pacíficas (falta de libertad, democracia e incumplimiento de leyes). Como consecuencia, las demandas se resumieron en: reparto de tierras, respeto de los derechos civiles, autogobierno de las comunidades indígenas y elecciones libres y democráticas.
«Disculpen las molestias, esto es una revolución»
Con estas palabras se refería el Subcomandante Marcos a los turistas atónitos que veían a los insurgentes tomar la plaza de San Cristóbal. Durante las primeras horas del 1 de enero de 1994, el EZLN tomó las siete ciudades citadas anteriormente y reivindicó los derechos de la comunidad indígena de Chiapas. Debido a que nadie se esperaba esto, no hubo una gran oposición durante ese día; aunque a partir del día 2, el ejército federal inició las hostilidades mediante una guerra de contrainsurgencia. Para el día 6, el presidente de la República ya se había pronunciado al respecto acusando al EZLN de ser fuerzas extranjeras que se habían levantado con la voluntad de desestabilizar la integridad nacional mexicana. La opinión pública nacional e internacional pronto se opuso al conflicto y abogaron por iniciar vías diplomáticas entre ambas partes. Pese a que el día 12 se abrieron las comunicaciones, en esas dos semanas hubo 108 muertos (según datos oficiales del Estado).
La filosofía política que defendían los revolucionarios se basaba principalmente en: defensa de la democracia directa, rechazo del neoliberalismo, el capitalismo y la globalización. Os resumo de forma esquemática en que se fundamenta cada pilar ideológico.
La democracia es el primer derecho por el que se articula todo el entramado ideológico. Para el Subcomandante Marcos, «la democracia es el derecho fundamental de todos los pueblos indígenas y no indígenas; sin democracia no puede haber ni libertad ni justicia ni dignidad y sin dignidad nada hay». Por consiguiente, la democracia debe ser asamblearia, es decir, los representantes no decidían por ellos mismos sino que las comunidades sometían a debate y votación toda propuesta y medida a emprender. De ahí que los cargos fueran electos (sufragio universal), rotativos (toda persona debía ocupar, obligatoriamente, un cargo en algún momento), temporales y removibles (en cualquier momento). Esto responde al modelo alternativo que plantea Marcos contra la democracia de partidos «fraudulenta, servil e inamovible».
El rechazo al capitalismo, neoliberalismo y globalización lo realiza a través del punto de intersección de los tres puntos. Se entiende que el capitalismo se basa en una jerarquía del trabajo y propiedad, estando sometido el trabajo a las condiciones que le impone la propiedad. En este sentido, el Estado solo vigila al mercado, pero el neoliberalismo controla ideológicamente ese Estado que sirve a los intereses políticos, económicos, culturales y sociales que dicte el neoliberalismo. En su naturaleza está dominar todo, surgiendo una globalización neoliberal consecuencia de la acumulación de capital. El fin último es homogeneizar a los Estados nacionales en un único modelo político al servicio de un único modelo económico.
Los procesos de paz: Acuerdos de San Andrés
Tras el alto el fuego después de dos semanas de combates, se iniciaron los Diálogos de la Catedral entre el EZLN con el Subcomandante Marcos al frente y el Comisionado para la Paz y la Reconciliación de Chiapas con Manuel Camacho al frente, como mediador, Monseñor Samuel Ruiz. Entre el 21 de febrero y 3 de marzo de 1994, ambas partes negociaron intensamente las demandas del EZLN en relación a la población indígena. La predisposición negociadora favoreció, a priori, llegar a firmar los Compromisos con la Paz, pero fueron rechazados por las comunidades indígenas por no cumplir con las demandas. Habría que esperar hasta el 16 de febrero de 1996 (dos años desde que iniciaron las negociaciones) para ver la firma de los Acuerdos de San Andrés entre el EZLN y el gobierno federal. Estos acuerdos fueron fundamentales para reconocer el estado de subordinación y pobreza estructural que sufrían los indígenas y la voluntad del gobierno, por escrito, de comprometerse a incluir a esta población en la participación política. Además, los acuerdos incluían una reforma constitucional que debía garantizar los derechos de los pueblos indígenas como entidades de derecho público (entre otras demandas).
Tan pronto como se hicieron públicos los Acuerdos de San Andrés se vio que el gobierno no tenía intención alguna de cumplir lo pactado. Como consecuencia, las negociaciones se detuvieron, los acuerdos no pasaron por la aprobación del Parlamento y las hostilidades volvieron a crecer para 1997. La persecución y hostigamiento que llevó a cabo el gobierno federal contra los indígenas provocó que ambas partes tocaran fondo en sus relaciones tras la Matanza de Acteal (22/12/1997; 45 muertos incluyendo mujeres embarazadas y niños).
Para marzo de 1998, el gobierno propuso un nuevo acuerdo que no gustó a nadie ya que, pese a reconocer la identidad indígena, negaban sus derechos. La violencia, las escaramuzas y acusaciones entre los bandos fueron comunes durante los siguientes años. Finalmente, la ansiada reforma constitucional de 2001 arribó; cual fue la desazón del EZLN al ver que las demandas seguían sin cumplirse aun habiendo insistido en los artículos que debían modificarse. La conclusión a todos estos desencuentros fue la rotura de las líneas de comunicación y el EZLN declaró sus territorios en rebeldía, creando para 2003 las Juntas del Buen Gobierno para administrar los municipios bajo su control. El gobierno, pese a su rechazo, no tuvo más remedio que aceptar para evitar un auge de las hostilidades. Tras el éxito, el Subcomandante Marcos comunicó en 2005 que el EZLN pasaba a cumplir obligaciones civiles de seguridad, abandonando el militarismo y centrándose en la política. Se concluía el enfrentamiento armado entre el EZLN y el gobierno federal.
La vida en los pueblos
Los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) eran 38 en 1998, hoy son la mitad del Estado de Chiapas (aprox.). Estos MAREZ sufrieron la guerra de contrainsurgencia en los años 90 y se convirtieron en el símbolo de resistencia zapatista para los medios de comunicación. Políticamente se organizaron, originalmente, en torno a los Aguascalientes: espacios asamblearios de diálogo entre el EZLN y la sociedad civil. Sin embargo, la guerra de contrainsurgencia que empleó el gobierno (puestos de control, violación de derechos, desplazados y asesinatos) hizo muy difícil el funcionamiento de estos espacios. Por ello fueron sustituidos por los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno. Ojo, no confundir:
- Caracoles: espacios destinados a encuentros entre la sociedad civil y los zapatistas. Son centros regionales de convención y de servicios sociales (tiendas comunitarias, clínicas, escuelas, espacio de fiestas, iniciativas, etc.).
- Juntas de Buen Gobierno: son la forma de organización de los zapatistas para gestionar la autonomía regional. Son la cúspide administrativa: en la base están las comunidades zapatistas, éstas forman parte de los MAREZ y éstos forman las Juntas de Buen Gobierno. Están dirigidas por un Consejo elegido democráticamente y rotativo cada poco tiempo. Además, los elegidos no reciben compensación económica porque se entiende que están realizando un servicio comunitario. Entre sus cuatro funciones fundamentales se hallan:
- Llevar a cabo un proceso de regionalización por encima de los MAREZ para tener unidad y eficiencia a la hora de establecer los objetivos revolucionarios.
- Profundizar en la autonomía política y el autogobierno.
- Regular y compensar las diferencias entre los municipios siguiendo el principio de equidad a la hora de tomar decisiones.
- Coordinar y controlar los proyectos de solidaridad internacional con los municipios.
En este sentido, me gustaría destacar el papel de las mujeres en la revolución. Ha sido una cuestión destacada por la opinión pública nacional e internacional el hecho de que ocuparan altos grados militares y su participación fuera muy activa. Por consiguiente, no es extraño ver a mujeres dirigir, proponer, criticar y ordenar; a parte de conformar un porcentaje muy significativo en las bases de apoyo social, las milicias (luchando en el frente) y en las asambleas. No se concibe la Revolución Zapatista sin ellas. De hecho, ellas llevan en buena medida el peso del Estado social zapatistas al tener que encargarse de la sanidad y de la educación mientras que lo complementan con su función política. La Revolución consiguió elevar a la mujer indígena en una condición de igualdad (jurídica) ante el varón gracias a la Ley Revolucionaria de Mujeres (1993, aprobada antes del levantamiento).
Los ecos de una revolución inconclusa
Tras el final de la lucha armada, el EZLN se ha centrado en ampliar sus lazos con otros movimientos sociales. El valor mediático de la Revolución permitió que la opinión pública mexicana e internacional pronto se decantara por la paz y en promover las demandas zapatistas. El apoyo popular que se mostró en la marcha hacia la capital o la «mitificación» del Subcomandante Marcos como un personaje a la altura del Che, permitieron tener más fuerza a la hora de negociar con el gobierno. Desde 2006, los zapatistas fueron poco a poco desapareciendo de la escena política. No obstante, en 2012 realizaron una marcha silenciosa por los municipios de Chiapas para recordar que seguían ahí, momento donde Marcos pronunció sus célebres versos que titulan este artículo. La última aparición fue este mismo 2021, cuando el Subcomandante Galeano denunció las actividades paramilitares de la ORCAO (al servicio del gobierno federal) y el riesgo a iniciar una guerra civil en Chiapas.
Bibliografía
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