El mundo al borde de la guerra
Del 26 de agosto al 1 de septiembre de 1939, los europeos vivieron con una soga en el cuello, esperando el momento de que alguien tirase de ella. Adolf Hitler tenía previsto empezar la guerra el mismo 26 de agosto, al enviar un ultimátum al gobierno polaco para que entregase Danzig, pero el anuncio de la alianza entre Inglaterra y Polonia hizo que el ataque se retrasase para ganar tiempo.
Los Aliados, basándose en la experiencia de la Gran Guerra, consideraban que la movilización en masa de efectivos fue lo que realmente provocó lo que fue una guerra mundial, por lo que se mantuvieron pasivos ante los eventos que se estaban desarrollando ante sus ojos.
El jefe del Ejército Nacional Polaco, el mariscal Rydz-Smigly, no estaba seguro de que sus hombres pudieran hacer frente por mucho tiempo al poderío de la Werhmacht, por lo que los franceses y británicos prometieron atacar el oeste para abrir una brecha a los alemanes que permitieran aliviar la situación oriental, pero fue todo un engaño.
Francia e Inglaterra se mantuvieron a lo largo de la frontera alemana sin mover un dedo, en lo que pasaría a la historia como la “Guerra de Broma”, y aprovecharon la invasión de Polonia para ganar tiempo.
Los polacos movilizaron un total de 700.000 soldados a finales de agosto, pero Gran Bretaña y Francia advirtieron a Polonia de que debía impedir la concentración de tropas polacas en su frontera, haciendo que los polacos perdiesen un tiempo vital que Alemania aprovechó a su favor.
El lugar de ataque escogido por los alemanes fue el corredor de Danzig, donde estaba ubicada una base militar de Westerplatte, defendida por una guarnición de apenas doscientos soldados que deberían resistir la invasión de la Werhmacht por tierra, mar y aire.
La hora del deber
Hoy hace 81 años que se produjo la Batalla de Westerplatte, que dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial, y en la que 202 soldados polacos se enfrentaron a los 14 cañones de un acorazado, 60 aviones “Stuka”, y 2000 soldados alemanes.
Westerplatte es una península del mar Báltico de la región polaca de Pomerania, que albergaba una base militar y naval. No lejos de ella se ubica la ciudad de Danzig, que por lo estipulado en el Tratado de Versalles debía ser protegida por Alemania y Polonia.
Las fortificaciones de Westerplatte fueron levantadas en 1936-38 en reacción a las crecientes tensiones entre el Tercer Reich y el gobierno polaco. El Tratado de Versalles prohibía a los polacos levantar fortificaciones, pero se saltaron la norma al fortificar zonas cercanas a la base militar. Se aumentó el presupuesto del ejército y se aprobó la construcción de barracones adicionales así como muros de hormigón y defensas costeras con baterías y siete puestos de vigilancia.
La guarnición de la base estaba compuesta por 202 soldados al mando del Mayor Henryk Sucharski que fueron movilizados por Rydz-Smigly, para ser conducidos en la frontera, pero al recibir la negativa de los Aliados a la movilización militar cerca de Alemania, quedaron guarnecidos en Westerplatte en “estado de alerta máxima” hasta nuevo aviso.
A las 4:47 de la madrugada de aquel 1 de septiembre, el SMS Schleswig Holstein efectuó los primeros disparos de la Segunda Guerra Mundial, siendo Westerplatte su objetivo. El viejo acorazado, último pre-Dreadnought construido en la Alemania Imperial, fue conservado por la Alemania de Weimar y el Tercer Reich a pesar de no ser rival para los acorazados modernos británicos, pero su artillería seguía siendo útil para apoyar a la infantería en las operaciones de la costa del Báltico. Además, el acorazado transportaba una fuerza de 225 infantes de marina al mando del teniente Wilhelm Henningsen.
A esta fuerza había que sumar la del comandante Friedrich-Georg Ebenhardt de las SS, porque contaba con 1500 soldados de asalto. Más allá de este ataque local, el plan alemán preveía la destrucción de flota naval y aérea polaca mediante la aviación, y el tendido de campos de mina en el Báltico. Los alemanes pensaron que la victoria se lograría en cuestión de horas, por lo que el asalto a la fortaleza de Westerplatte debía consumarse velozmente.
El asalto anfibio
El capitán Franciszek Dabrowski, había recibido la orden del Mayor Henrik Sucharski, defender el puente terrestre del ferrocarril, que los alemanes intentarían tomar para abrir una cabeza de puente. Los polacos bloquearon el puente con alambre de espino y ocultaron sus ametralladoras para una emboscada. Los marines alemanes cayeron bajo fuego cruzado sin saber qué estaba pasando.
Los alemanes se fortificaron en los almacenes del otro lado del puente, pero cayeron bajo un bombardeo de un cañón de campaña polaco de 76, 2 mm. A las 6,22 de la mañana, la radio del acorazado se llenó de llamadas de socorro de los soldados alemanes, que anunciaban que estaban siendo masacrados, y que se retiraban al no poder tomar el puente.
El principal error de la planificación alemana fue subestimar en parte, la topografía del terreno peninsular. Si observamos en el mapa las posiciones polacas en Westerplatte, podemos apreciar que un reducido grupo, puede ocasionar muchos problemas, a un superior número de tropas al no poder aprovechar el terreno para maniobrar. Aparte señalar, que el alto mando alemán, en tono despectivo, pensó que los soldados polacos en Westerplatte, eran en realidad reclutas y técnicos de mantenimiento.
Los alemanes intentaron lanzar un segundo asalto a las 8:55 de la mañana. El Mayor Sucharski, había pensado que el principal esfuerzo alemán sería tomar la estación de ferrocarril, por lo que apostó a todos sus soldados en aquella zona. El fuego de nidos de ametralladoras causó estragos entre las tropas alemanas, provocando la rendición de muchas de ellas.
Cansándose de sufrir contratiempos, el mando autorizó al SMS Schleswig Holstein a abrir fuego sobre el nido de ametralladoras a las 7:30, haciendo que los polacos se retirasen, hacia una nueva línea defensiva que el cuerpo de guardia podría aprovechar para efectuar una defensa numantina. La segunda línea de ametralladoras se formó en línea recta que empezaba detrás de la zona de los polvorines donde había un bunker o “Fort” con defensas anticarro, siguiendo en línea recta hasta el centro, donde estaba posicionado el 5° Cuerpo de Guardia en la Residencia de Suboficiales.
En el campo de fútbol se utilizaría para montar un mortero de 81 mm apoyado por el 3º Cuerpo de Guardia. En la parte occidental de la línea estaba defendida por el 2º Cuerpo de Guardia junto a un Cañón Anticarro de 37 mm. El primer día del ataque acabó con más de cincuenta bajas alemanas, con tan solo un polaco muerto de la guarnición. Sucharski sabía que hubieran ocasionado más bajas a los alemanes, pero se defiende con que querían ahorrar munición para una defensa prolongada.
Los intensos días en la Península de Watterplatte hasta la rendición.
En los siguientes días, los hombres de Sucharski tuvieron que aguantar un prologado ataque de fuego de artillería naval, ataques aéreos y oleadas continuas de infantería. Sin embargo, la moral de los polacos era muy alta, y a pesar de que la situación empeoraba cada día, las bajas alemanas los animaron a seguir combatiendo.
El segundo día, el acorazado bombardeo la zona del parque, que solo sirvió para que los polacos, sin sufrir bajas, aprovechasen los cráteres para montar sus ametralladoras. El asalto por tierra alemán solo pudo avanzar un kilómetro, antes de retirarse.
El 3 de septiembre, la infantería pidió apoyo aéreo a la Luftwaffe, que envió un total de 60 Ju 87 “Stuka” que bombardeó la zona para abrir una brecha en las defensas polacas. Dicha brecha se abrió cuando fue destruida la Residencia de Oficiales en el este de la línea y muriendo tan solo ocho polacos. Satisfechos por la ayuda, los soldados de asalto atacaron por la noche.
La situación se hacía cada vez más precaria para los polacos. A pesar de los buenos resultados, al contener durante 3 días a la fuerza de invasión alemana ocasionando bajas cada vez mayores a los alemanes con apenas 10 muertos, el Mayor Sucharski supo que se estaban quedando sin munición, y que acabarían siendo superados si las líneas de suministro seguían cortadas.
Las posiciones del bunquer del este fueron superadas por los alemanes y el propio Mayor tuvo que huir hacia una posición más segura, el noroeste había caído y el terreno para los polacos se reducía cada vez más por momentos. Los refuerzos polacos jamás llegaron, y no solo faltaba munición, sino comida. Sucharski, comunicó el 5 de septiembre a su oficial su decisión de rendirse ante los alemanes, pero Dabrowski lo acusó de cobardía, y le relevo del mando.
Los alemanes emplearon tácticas cada vez más sutiles, dejando que los polacos se enterasen que la Werhmacht había alcanzado Varsovia, y que la ayuda jamás llegaría porque el Ejército polaco estaba ocupado defendiéndola. Dabrowski cedió el mando de nuevo a Sucharski, que después consultó a sus hombres su decisión de rendir la guarnición. Aquella madrugada del 7 de septiembre, reinó el silencio entre las líneas polacas. Los alemanes ya no realizaban asaltos, se limitaban a bombardearlos continuamente a las 4:30. Finalmente, el Mayor Sucharski salió de sus posiciones en actitud de rendición.
A pesar de las amenazas de Guderian de que si no se rendían a tiempo los matarían a todos, los alemanes, impresionados por la defensa numantina del Mayor Sucharski, que les había ocasionado 300 bajas frente a tan solo 20 bajas polacas, aceptaron su rendición. Ebehardt aceptó la rendición de Sucharski, y en una actitud de respeto, permitió que el polaco conservase su sable ceremonial.
Lo aprendido en Westerplatte
La campaña polaca fue en parte difícil para los alemanes. Sirvió para que aprendieran de sus errores y corregirlos a tiempo para la invasión de Francia. Los alemanes se basaron en una curva de aprendizaje en el que intentaron poner en práctica los planteamientos teóricos de la guerra en Polonia, sin embargo no lograron reproducirlo en el campo de maniobras.
La intervención francobritánica en el frente occidental seguía anclada en la visión de que la guerra se podía ganar mediante el momento, basándose en la planificación del Alto Mando francés, que a pesar de que contaban con un aparato militar impresionante y una fuerza blindada superior al de Alemania, no sabían cómo combinar los ejercicios de maniobra de infantería y carros blindados en lo que conocemos como la cooperación.
Bibliografía
- J. ZALOGA, Steven (2007); “La Invasión de Polonia. Blitzkrieg”, Ediciones RBA, Osprey Publishing, Barcelona.
- LOPEZ, JEAN; AUBIN, Nicolás; BERNARD, Vicent; GUILLERAT, Nicolás (2019)., “Historia visual de la segunda guerra mundial”, Planeta, Madrid.
- LIDDELL HART, B. H (1970)., “A History of the Second World War”, Putnam, Londres.
- RUSSELL, Shanan (2017); “The Incredible Defence of Westerplatte – Gdansk, Poland, 1939”, War History Online.
- WETTSTEIN, Adrian; “El ataque de la 4º División Panzer sobre Varsovia, 8 y 9 de septiembre de 1939”, de “Panzer, Volumen 1, el triunfo de la Blitzkrieg”, Miliärakademia an der ETH Zürich, Desperta Ferro, Madrid, 2017.