Ivan Stanislavovic Bloch (24 de julio de 1836 – 25 de diciembre de 1902) fue un exitoso banquero, industrial y economista polaco. Fue famoso por ser uno de los pioneros en la construcción de ferrocarriles en Polonia y Rusia; pero hoy se le recuerda principalmente por su obra filantrópica y pacifista. Su trabajo más célebre fue el monumental libro «The Future War«, que publicó en 1898.
Esta investigación reflejaba la preocupación de Bloch por la forma que adquirirían las futuras guerras entre las grandes potencias. Sus conclusiones fueron que bajo las nuevas condiciones que imponían las nuevas armas, la industria moderna y la movilización de naciones enteras: la guerra futura sería un mutuo suicidio. y los gobiernos debían renunciar a ella como solución a sus disputas. Añadía además que el ejercicio de la guerra se volvería imposible de asumir para los Estados modernos.
Ivan Bloch pretendía presentar a los Altos Mandos de las principales naciones sus investigaciones sobre el potencial del nuevo armamento. Le preocupaba que sus devastadores efectos no estuviesen siendo adecuadamente valorados. Proponía descartar tácticas, aún defendidas por los manuales contemporáneos, que pronto demostrarían ser ineficientes: los avances masivos de infantería y el uso de la bayoneta. Se considera a Bloch un profeta de la Primera Guerra Mundial.
Sus escritos y propuestas por la paz le hicieron candidato para el Nobel de la Paz en 1901 y en 1902.
Biografía
Un breve apunte antes se comenzar: el nombre de Ivan Bloch varía entre países, pudiendo generar confusiones. En su Polonia natal fue llamado Jan, mientras que en Rusia fue conocido como Ivan Stanislavovic, en Inglaterra como John y en Francia como Jean de Bloch.
Jan Gotlib Bloch nació en Radom, Polonia, el 24 de julio de 1836. Su familia se dedicaba a la industria textil y había prosperado. Pero en 1830-1831; tras el fracaso del Levantamiento de Noviembre contra el Zar, que se tradujo en menor autonomía y restricciones económicas; los Bloch comenzaron a sufrir serios problemas financieros.
Trabajó como vendedor ambulante, hasta que con catorce años se instaló en Varsovia como aprendiz en el banco Toeplitz a la vez que terminaba sus estudios. Se convirtió al calvinismo con la intención de facilitar sus expectativas profesionales y sociales, dado que los judíos estuvieron privados de numerosos derechos en aquel entonces. A los veinte años volvería a convertirse, esta vez al catolicismo.
En 1856 se desplazó a San Petersburgo para participar en la construcción de un molino de vapor. Luego se introdujo, apoyado por el industrial Mikołaj Skworcow, en la construcción del ferrocarril entre Varsovia y San Petersburgo. Se convirtió pronto en uno de los empresarios que iniciaron el llamado «Boom del ferrocarril» ruso. En Polonia llegaría a ser conocido como «El rey de los ferrocarriles». Financió importantes proyectos como la línea que unió las industrias de Lodz con Viena y Moscú.
De vuelta a Varsovia en 1870, creó el Commerce Bank junto con Leopold Kronenberg y la familia Natanson. Se casó con la nieta de Leopold, Emilia Kronenberg (1854-1878). Se introdujo también en el negocio de los seguros. Su influencia fue importante en el mundo financiero polaco y ruso, con fuertes contactos ministeriales.
Dado lo exitoso de su carrera, para 1875 y con 39 años se centraría en el mecenazgo de proyectos asistenciales y filantrópicos, como la construcción de hospitales infantiles, fondos y becas de estudios universitarios para estudiantes pobres, la creación de la Sociedad de Caridad de Varsovia, el hospicio de St. Salezy, numerosas colectas… Además defendió públicamente los derechos de los judíos y la creación de un sistemas de pensiones para los trabajadores del ferrocarril. Publicó más de 60 libros y estudios de carácter financiero, económico e industrial.
Trabajo como pacifista
El origen de su interés por la guerra procedía de sus observaciones sobre la Guerra franco-prusiana de 1870 y de la Guerra ruso-turca de 1877. Durante esta última participó en un comité que debía preparar un plan de defensa para Varsovia, y se sorprendió al ver que en los documentos del ejército solo existía preocupación por los aspectos estratégicos. No se daba importancia alguna a asegurar líneas de suministro para la población, la asistencia sanitaria o elaborar planes de evacuación.
Le causó pavor comprobar el nulo conocimiento y preocupación que políticos y militares demostraban tener sobre las implicaciones que la guerra podría tener sobre la economía y la sociedad civil.
En 1880 comenzó a estudiar la guerra tanto desde una perspectiva táctica como en sus vertientes económicas, sociales y políticas. Reunió toda la información de la que fue capaz, incluyendo tratados militares modernos, entrevistándose con oficiales de varios países, analizando las capacidades de las nuevos armamentos y obteniendo datos estadísticos sobre el coste de los ejércitos.
Convertido en un pacifista notable, se mostró contrario al militarismo y la carrera de armamentos de su tiempo. Participó en la Conferencia de la Paz de La Haya de 1899 tras ser invitado por el Zar Nicolás II. Bloch hizo un llamamiento junto con Frederic Passy y Bertha von Suttner para la creación de un organismo internacional que mediase por los países en conflicto y promoviese acuerdos de desarme. Ideó la creación del Museo de la Guerra y la Paz de Lucerna, en Suiza. No vivió para verlo terminado, y tristemente el Museo sólo estuvo activo entre 1902 y 1919.
La publicación de «The Future War«, sus aportaciones en la Conferencia de La Haya y en otros círculos le hicieron candidato para la primera edición del Premio Nobel de la Paz en 1901. Finalmente lo ganaría su amigo Frederic Passy. Para la edición de 1902 parecía contar con muchos apoyos, pero la muerte se lo llevó en enero de ese mismo año.
La Guerra Futura
El mayor trabajo de Ivan Bloch fue su famoso «The Future of War in its Technical, Economic and Political Relations« de 1898. Consistió en cinco volúmenes escritos en ruso que abarcaron un total de tres mil páginas. Su versión más popular fue la resumida de 1899, traducida rápidamente al francés, inglés, alemán y holandés. Hoy puede encontrarse bajo los títulos «Le Guerre Future» o «Future War is Now Impossible?».
El libro suele abrir en varias de sus versiones con una entrevista entre William T. Stead y Bloch. Es un perfecto resumen de las ideas y argumentos del autor, que se amplían luego a lo largo del libro.
«The Future War» es un trabajo lleno de datos, estadísticas y tablas sorprendentes. Nos da mucha información sobre el creciente alcance, precisión y poder destructivo de rifles, cañones o ametralladoras de la época. También detalla informaciones tales como el número de médicos por país, el coste total de varias guerras del XIX, la producción agrícola e industrial de importantes países… Impresiona los numerosos temas que Bloch tiene en cuenta.
Fue una investigación colosal que trataba de prevenir sobre la forma que adquiriría la guerra en los futuros conflictos. Una mayor mortandad, disrupción económica y problemas sociales. Bloch quiso prevenir a las cúpulas militares, los gobiernos y la intelectualidad burguesa de estos hechos. Hacerles comprender que las contiendas ya no generarían vencedores: solo el suicidio mutuo.
Su planteamiento además defendía que la guerra se volvería imposible. Aquí hay que matizar: se refiere sólo a las guerras entre grandes potencias. Reconocía que los conflictos entre países pequeños, las guerras civiles o grandes agrediendo a pequeños eran cosas que podrían continuar dándose.
¿Como sería la guerra del futuro?
Veamos cómo planteaba Bloch, en 1898, que serían las guerras futuras entre las grandes potencias. Estas particulares características son sus principales argumentos para hablar de la futura imposibilidad para hacer la guerra:
- Guerras de trincheras: los armamentos modernos, en forma de artillería, ametralladoras, rifles con cargador y pólvora sin humo dejarían la lucha en campo abierto obsoleta. También a la caballería y cargas a la bayoneta. La creciente potencia de fuego obligaría a ambos bandos a tomar posiciones defensivas y atrincherarse en busca de protección. Cualquier intento de tomar posiciones enemigas razonablemente bien defendidas requería tal cantidad de hombres, que las bajas se contarían por millones sin siquiera conseguir logros significativos.
- Guerras largas: las grandes potencias en conflicto, al recurrir al reclutamiento de millones de ciudadanos y poner las economías nacionales al servicio del esfuerzo bélico, garantizarán que los conflictos sean largos y con una mortandad jamás vista. Bloch remarcaba la inexperiencia generalizada que habría entre oficiales y soldados procedentes del mundo civil. Ello dificultaría aún más la victoria de cualquiera de las partes y elevaría las bajas.
- Costes demasiado elevados: la enormidad de las fuerzas movilizadas haría que el coste para armarlas y mantenerlas operativas fuese demasiado para los gobiernos. Acabarían por intervenir y finalmente destruir la economía nacional.
- Logística imposible: la logística requerida para atender a millones de combatientes en el frente superaría la capacidad de las administraciones.
- Expectativa de miseria y hambre: la victoria en este tipo de conflicto no llegaría de la mano de operaciones militares decisivas; sino del poderío industrial, material y demográfico de los contendientes. La guerra acabaría por puro desgaste. Una de las partes colapsaría por la falta de soldados, mano de obra, materias primas o por hambre y enfermedad. Además del riesgo de revueltas y del ascenso del socialismo.
- El triunfo del pacifismo y el comercio: la guerra se volverá imposible tras quedar demostrados sus enormes costes y su escasa recompensa. La propia ciudadanía no querrá repetir tales experiencias y acabará por oponerse a la guerra contra otras potencias. Y el avance del comercio internacional y la interdependencia económica entre países la harán indeseable.
Estas características de la guerra moderna la harían finalmente impracticable. Los costes económicos y en vidas serían sencillamente demasiado elevados para compensar cualquier victoria.
Los gobiernos acabarían por descartar la guerra como herramienta para dirimir sus intereses. La esperanza de Bloch era que se diesen cuenta pronto, antes de lanzar a sus naciones a la hecatombe.
¿Fue Bloch un profeta?
¿Estuvo Ivan Bloch en lo cierto? ¿Se cumplieron sus vaticinios y la guerra se ha vuelto imposible? En este punto no quisiera extenderme demasiado porque daría para otro artículo donde debatir cada punto antes mencionado.
Opino que sí, la tesis de Bloch demostró ser precisa, especialmente a corto plazo. No hay más que ver la Primera Guerra Mundial y su desarrollo para ver que acertó plenamente en aspectos tácticos, económicos y sociales: la guerra de trincheras tuvo lugar y fue tan terrible como previó; la derrota sobrevino principalmente por el colapso económico alemán; y la guerra facilitó el ascenso del socialismo y del ideario pacifista.
Sin embargo su teoría bélica sería efímera. Bloch creía que la guerra de trincheras no podría ser superada. El armamento podría seguir mejorando, pero su potencial continuaría siendo exclusivamente defensivo. Muy pronto la ofensiva dejó de depender de masas de soldados inermes.
El polaco no pudo prever la llegada del tanque, la aviación, las fuerzas mecanizadas y nuevas armas de asalto que garantizarían el predominio de la guerra móvil.
Esto nos podría llevar a pensar que habría que limitar el éxito de su tesis exclusivamente a la Primera Guerra Mundial, y que la guerra está lejos de ser imposible. En mi opinión, su conclusión de la imposibilidad de la guerra sigue vigente gracias a la interdependencia económica que existe entre todas las grandes naciones del planeta. Y gracias también a algo que tampoco pudo predecir: las armas de destrucción masiva.
Recomiendo plenamente la lectura del libro. Su tesis es altamente debatible, pero es una obra sumamente interesante con datos muy valiosos sobre finales del siglo XIX. En la bibliografía enlacé una biblioteca digital donde hay abundantes copias.
El legado de Ivan Bloch
El libro fue muy leído y bien recibido en los principales círculos intelectuales de Occidente. Su análisis científico con un tono ideológico, pero pacifista, le dio mucha notoriedad, aunque acabó eclipsado hasta cierto punto por una obra muy semejante: «The great illusion» de Norman Angell, publicada en 1909.
Sus orígenes judíos, su lealtad al zarismo ruso y que no apoyase la independencia de Polonia pasaron factura a la figura de Bloch en la historiografía polaca. En los 70, el auge de la Historia social y económica revitalizó el interés por su figura. La caída del comunismo polaco, en 1989, facilitó aún más que un autor burgués y capitalista fuese objeto de estudio.
Aunque el trabajo de Bloch llegó a las cúpulas militares de las principales potencias, fue en buena medida dejado de lado e ignorado. Se alabaron sus preocupaciones logísticas y sanitarias, pero sus intenciones pacifistas chocaban por completo con los intereses de la alta oficialidad. El hecho de que Bloch plantease reducir la influencia de los militares en los gobiernos tampoco podían aceptarlo.
Bibliografía
- Bloch, Ivan S. «Is War Now Impossible?». Doubleday & Mclure Co, New York. 1899.
https://archive.org/details/cu31924030718716/mode/2up - Janiak-Jasińska, Agnieszka: Bloch, Jan Gotlib , in: 1914-1918-online. International Encyclopedia of the First World War, ed. by Ute Daniel, Peter Gatrell, Oliver Janz, Heather Jones, Jennifer Keene, Alan Kramer, and Bill Nasson, issued by Freie Universität Berlin, Berlin 2014-10-08. DOI: 10.15463/ie1418.10101.
- Mead, Edwin D. «Jean de Bloch and The Future of War». The International Library, Boston. 1903.
- Pieczewski, Andrzej. «Bloch’s The Future of War: Pacifism Based on Economics». Annales. Etyka W Życiu Gospodarczym, 19(4), 67-80. https://doi.org/10.18778/1899-2226.19.4.05
- Rosenthal, Herman. Septiembre 2020. Jewish Encyplopedia. Blioch (Bloch), Ivan Stanislavovich. http://www.jewishencyclopedia.com/articles/3377-blioch-bloch-ivan-stanislavovich
- Van Den Dunge, Peter. «A Bibliography of the Pacifist Writings of Jean de Bloch». Housmans, London. 1977.
- Zor, Andrzej. «Jan Bloch (1836–1902): kapitalista, pacyfista, filantrop«. Warszawa: Fundacja im. Jana Blocha: Wydawnictwo Trio, 2014.