El Pacto de Asistencia Militar Franco-Polaco
Bien es conocido por muchos que los Aliados en 1939 y principios de 1940, dejaban mucho que desear en cuanto a su coordinación y compromiso bélico. Se culpa a Francia y Reino Unido no sólo de ser los principales responsables del engrosamiento territorial de Tercer Reich en 1938, sino también abandonar a sus aliados a su suerte, como el caso de Polonia.
De 1939 a 1944, tenemos uno de los periodos más polémicos y controvertidos de la historia francesa, que, hoy, sigue siendo mirado con mucho arrepentimiento casi como la sociedad estadounidense con la guerra de Vietnam, o la Guerra Civil para España. El caso es que, en Francia, había militares y políticos que sabían perfectamente que tenían que hacer algo, y en este un caso particular, se decidió pasar a la ofensiva. De ahí la importancia que tendría la Ofensiva del Sarre.
A principios de 1939, con el ingreso de Polonia a los Aliados, las colaboraciones franco-polacas estaban en pleno funcionamiento, con la falta de compromiso de Reino Unido que seguía sin ver que la guerra les estallaría pronto en su propio patio.
Los avances del descifrado polaco de la máquina Enigma, permitieron a los polacos recoger información de primera gracias a su red humana y la captación de señales. Gracias a esto, los polacos conocían perfectamente como funcionaban su dispositivo táctico y las operaciones alemanas, que compartieron con sus aliados franceses.
En mayo de 1939, una delegación polaca viajó hasta París, donde los franceses se comprometieron a realizar una ofensiva en suelo alemán, junto a acciones conjuntas en caso de una agresión germana en Polonia.
Los franceses tenían a su disposición unas 35-38 divisiones a dos semanas de empezar la guerra. Sin embargo, a pesar de la promesa de Gamelin y del Estado Mayor Francés de ayudar a Polonia atacando Alemania, lo cierto es que estos no hicieron los deberes antes de tiempo, es decir, no habían todavía planeado nada.
La ofensiva valentonada de los franceses pasó a un sinsentido de decisiones pasivas junto con escaramuzas sin ningún peso. Polonia estaba esperando que Francia aliviase su situación, pero los franceses sin decirles nada, estaban esperando que Polonia se enfrentara sola al III Reich durante unos meses para darles tiempo a preparar sus fuerzas. Los polacos combatieron los días antes de su rendición porque aún tenían la convicción que Francia e Inglaterra atacarían el oeste.
¿Alguien tiene un Plan? La planificación francesa.
A pesar de este caos organizativo, en el mando francés había gente que, si se acordó de los polacos, y tenían la intención de presionar al Alto Mando Francés para que decidiese un ataque masivo a la parte occidental de Alemania. Se escogió casi por sorteo una serie de zonas alemanas como posibles objetivos, sin tratar su valor estratégico para el conflicto, como el Río Rin, el Mosela, los Vosgos o la zona del Sarre.
Esta zona poseía importantes minas de carbón que Francia había explotado en el periodo de Entreguerras por la deuda alemana del Tratado de Versalles, por lo que era de las mejores detalladas por el ejército francés.
El Alto Mando decidió que atacarían la zona, por lo que ordenaron la evacuación de poblados franceses cercanos al Sarre. El marco territorial se fijaría entre el Río Mosela y el Palatinado. El día 2 de septiembre se interrumpieron las comunicaciones ferroviarias y se suspendieron hasta los permisos militares de los soldados franceses.
El Alto Mando decidió que el Ejército estaría compuesto por el IV Ejército Francés, el V Cuerpo, con apoyo de la 9ª División Motorizada Francesa, la 23ª División de Infantería Francesa, con unidades del XX Cuerpo Francés, una reserva de Tropas Coloniales de la 4ª División, la 11ª División de Infantería Francesa, la 21ª División de Infantería Francesa, la 34 División de Infantería Francesa, la 42ª División de Infantería, un batallón blindado con tanques pesados de la 20 Brigada, y por supuesto, la colaboración de la Fuerza Expedicionaria Británica encabezada por la 21ª División de Infantería Británica.
Todo este potentísimo contingente tendría como rival apenas 17 divisiones alemanas apostadas en la fortificada Línea Sigfrido, 100.000 soldados y 100 piezas de artillería, siendo diez de ellas compuestas por reservistas, con material limitado y con varios puntos de la línea muy poco habitados.
En resumidas cuentas, el ejército alemán occidental no contaba con suficientes hombres para detener un ataque francés a gran escala. Hitler había dispuesto que no quería una guerra contra Francia y Reino Unido, por lo que prohibió al general Erwin Von Wizleben al cargo del I Ejército Alemán, evitar abrir fuego contra los franceses a no ser que fuese para defensa propia.
La Invasión francesa del Tercer Reich
El 4 de septiembre de 1939 dio comienzo a la hipotética invasión francesa de Alemania. La 42º División de Infantería cruzo la frontera alemana sin encontrar ninguna presencia enemiga. Esto se debe a que los alemanes, comenzaron a replegarse y dejar a los franceses avanzar, aunque estos avanzaron tan solo 6 kilómetros, debido a que un campo de minas frenó en seco el avance.
En el 9 de septiembre a las 3:50 horas aproximadamente, el IV Ejército se adentró en territorio alemán cruzando el Sarre mediante botes que transportaban tropas. Los ingenieros franceses construyeron todo tipo de puentes artificiales para que los blindados pudieran pasar. Los blindados franceses entraron en combate contra tropas alemanas apostadas, logrando una pequeña victoria en Omersviller y teniendo el camino abierto hacia Utwiller mientras los batallones blindados entraban en Blies.
El fácil transporte de los tanques al territorio del Reich se debe a que los batallones blindados estaban compuestos en su mayoría por tanques ligeros como el Renault R-35 o el Renault F7-17, que no superaban las 18 toneladas. El 21ª División Británica junto al 20th Batallón Blindado Francés habrían podido avanzar hasta 7 kilómetros desde el norte, tomando el asentamiento de Bliesbruck, sin embargo, fueron emboscados por los alemanes, los cuales les causaron unas pocas bajas antes de replegarse.
Este no sería el último susto para la aventura francesa del Tercer Reich, ya que Von Witzleben estaba nervioso al ver que una posible invasión aliada en territorio del Reich sin oposición alguna podría poner en serio riesgo a los planes del Heer. A pesar de que se le ordenó no entrar en combate contra el ejército aliado, Witzleben decidió pasar a la ofensiva para intentar frenar el avance aliado.
El I Ejército de von Witzleben contratacó el 10 de septiembre de 1939 sobre el pueblo de Apach con las pocas tropas que contaba para ello y de forma un tanto desesperada. Los alemanes sufrieron algunas bajas y tuvieron que retroceder al ver que el ejército francés era muy superior. El 12 de septiembre los Aliados alcanzaron la línea alemana de Bübingen, Hinterwald, Uberwald y Warndt, ocupando el pueblo de Brenschelbach donde hubo combates entre soldados franceses y alemanes, sufriendo los primeros tan solo 9 bajas.
Sin embargo, a pesar de la ventaja inicial, el mando aliado no supo aprovecharlo, porque prácticamente no tenían idea alguna de que paso seguir. Desde un comienzo, los generales franceses no supieron que objetivo atacar, y la región del Sarre se escogió casi por sorteo. Debe ser que ni se esperaban que fuera tan fácil penetrar las fronteras alemanas. El tiempo se estaba acabando para Polonia, y en el 17 de septiembre, la URSS comenzó a invadir los territorios de Polonia Oriental.
Con el colapso del sistema defensivo polaco y la caída de Varsovia, los polacos tenían los días contados, y el Alto Mando Alemán comenzó a desviar las primeras divisiones orientales a la frontera occidental. El miedo les pudo a los generales franceses, por lo que suspendieron todas las operaciones y ordenaron mantener el territorio ocupado.
Resultados
En cierto modo, los Aliados no se esperaron este giro de los acontecimientos. Nadie se esperaba esta jugada de Stalin, y no sabían cómo interpretar lo sucedido. Algunos hasta pensaron si en verdad la URSS se había aliado con Alemania y entraría en guerra contra las potencias occidentales. Lo cierto es que esta pérdida de tiempo les pasó factura, y a finales de septiembre y comienzos de octubre, los franceses fueron acosados por el fuego de artillería y algunas escaramuzas alemanas para intentar echarlos del Sarre.
Las bajas francesas se multiplicaron por trampas de minas, fuego cruzado entre patrullas alemanas y el fuego de francotiradores. En octubre, la Línea Sigfrido había sido reforzada con nueve divisiones alemanas más, por lo que para los mandos aliados la operación estaba condenada al fracaso.
A mediados de octubre, los franceses fueron poco a poco desviando tropas a la seguridad de su Línea Maginot. El 16 de octubre el I Ejército Alemán, reforzado con las unidades panzer de la campaña polaca, se lanzó a la reconquista del Sarre.
Sin embargo, la resistencia fue escasa, ya que la mayoría de las fuerzas francesas se habían retirado. Curiosamente, los alemanes no se detendrían hasta recuperar el Sarre, sino que incluso llegaron a ocupar suelo francés hasta el 24 de octubre.
La invasión del Sarre estaba condenada al fracaso por la falta de planificación, y la contradicción entre ciertas secciones del ejército aliado. Esta invasión no aportó nada al bando aliado, tan solo unas pérdidas que ascendieron a 847 bajas: 80 muertos, 105 heridos, y 689 prisioneros; mientras que Alemania sufrió 666 bajas: 310 muertos y 356 heridos.
Causas de la falta de iniciativa del ejército francés
Se ha propagado entre el público de la Segunda Guerra Mundial, una imagen del inútil ejército francés, achacando a los soldados de ineptos y cobardes, pensamiento bastante extenso que culpa la capacidad del ejército francés desde el desconocimiento y visualizado desde la comodidad del hogar, sin echar un vistazo al frente occidental de 1939-1940.
Los soldados franceses están lejos de ser los peores soldados, y el ejército francés, estaba compuesto por divisiones acorazadas bastante mejor equipadas y temibles que las divisiones panzer alemanas, únicamente superadas por la falta de coordinación de sus oficiales. Y aquí es donde quiero llegar, las causas variadas responden únicamente a los altos mandos.
En 1939, tras el fracaso de la invasión del Sarre, los franceses volvieron a sus posiciones y no se dio ningún nivel de alarma destacable que alertase de un posible conflicto con el enemigo. Los generales franceses volvieron a la tradicional guerra de trincheras, sin movilización alguna, y con ocho meses de inactividad ni enfrentamientos contra soldados alemanes.
Esto define a lo que los soldados franceses consideraban la “Guerra de Broma”, en la que no se tenía conocimiento de iniciar una gran campaña, y el frente estuvo frío e inactivo hasta la primavera de 1940, cuando Alemania tomó la iniciativa, e invadió los países de Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
Si los alemanes ya estaban preparados para entrar en combate, los franceses, tenían la moral baja, debido a que consideraban que el conflicto era más que un cachondeo mezclado con las continuas divisiones internas de liderazgo que no se ponían de acuerdo en cómo proceder.
El comandante en jefe del ejército francés, Maurice Gamelin, si bien en el pasado, había sido uno de los mejores militares de Francia, tras iniciarse la Segunda Guerra Mundial sufría todo tipo de patologías que ponían en duda su capacidad para el mando: pérdida de memoria, falta de concentración, demencia, etc., fue incapaz de planear ninguna estrategia definida con antelación, obligando al país a entrar en una fase defensiva cuando a comienzos de 1939, si se hubiera planeado una estrategia ofensiva a gran escala, probablemente, hubiera dado a Francia e Inglaterra, una oportunidad de poner las tornas en contra de Alemania.
Bibliografía
- Liddell Hart, B (1970); “History of the Second World War” Putmann.
- Porter, David (2012); “Tanques de los Aliados Occidentales 1939-1945”, Ediciones Libsa, Madrid.
- Villamayor, Rubén; “Ofensiva del Sarre”, Euroasia1945: https://www.eurasia1945.com/batallas/contienda/ofensiva-del-sarre/ Consulta: 2, 5 y 11/11/2020.
- Zaloga, Steven J. “La Invasión de Polonia Blitzkrieg. Polonia, septiembre de 1939”, RBA, Osprey Publishing, Barcelona.