La mala fama de los italianos durante el conflicto
La aventura italiana durante la Segunda Guerra Mundial ha sido objeto de debate, de estudio complejo por parte de historiadores, como motivo de burla por los aficionados a la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que los italianos pudieron tener perfectamente, desde mi punto de vista, el peor desarrollo táctico de la guerra.
En la Biblioteca de Clío, explicamos en su día los factores y causas que llevaron al fascismo a ser derrotado con suma facilidad por los Aliados occidentales. Pero soy partidario de tener que dividir el desempeño de los mandos, con el de los soldados, ya que estos sí que fueron bastante competentes, y su mala actuación se debe a la falta de acción conjunta y las malas decisiones de sus mandos.
Tenemos como ejemplo la valoración de Rommel sobre los soldados italianos:
“No se puede negar el logro de todas las unidades italianas, especialmente los elementos motorizados, superaron con creces cualquier acción del ejército italiano durante 100 años. Muchos generales y oficiales italianos se ganaron nuestro respeto como hombres y soldados.”
Erwin Rommel, Memorias.
Lo mismo se podría decir de los soldados italianos en la URSS, que, lejos de lo que la gente cree, actuaron de forma completamente profesional, teniendo todo en contra y sin apenas suministros, soportando uno de los frentes más difíciles de la Segunda Guerra Mundial para el Eje, y cuya derrota, fue más por culpa del Alto Mando alemán, y del incompetente, general Gariboldi.
El despliegue del Ejército Expedicionario Italiano en la Unión Soviética
La guerra no había empezado muy bien para Mussolini. En África, el Ejército Italiano perdió la mitad de sus efectivos, mientras que, la otra mitad solo pudo ser salvada gracias a la intervención de Rommel y el Afrika Korps. Sobre todo, sabía que Hitler no estaba contento, ya que la catastrófica planificación de la invasión de los Balcanes, había provocado el retraso de la Operación Barbarroja.
Poco después de la invasión alemana de la Unión Soviética, los italianos formarían un cuerpo expedicionario para compensar a Hitler su ayuda en el Norte de África. El Corpo di Spedizione Italiano en Rusia (CSIR) fue trasferido al Primer Grupo Panzer del general von Kleist. Su comandante original fue Zingales, pero al caer enfermo, Mussolini pensó que el candidato perfecto para su sustitución sería Giovanni Messe.
Giovanni Messe fue, probablemente, el mejor general italiano del Eje, y uno de los mayores comandantes que haya visto el conflicto. Messe ascendió y creció en la Segunda Guerra Mundial, valiéndose de su talento y conocimientos de la “guerra móvil”, para desempeñar al desastroso ejército italiano lo mejor que se podía hacer. Si Italia hubiera tenido a diez comandantes como él, probablemente hubiéramos visto un aliado para Alemania, más competente.
Messe siempre fue molesto para el Alto Mando italiano, un hombre moderno frente a ancianos aristócratas del régimen monárquico. Messe había criticado la terrible situación en la que se encontraba el ejército italiano: divisiones que por tamaño parecían brigadas, mecanizados en mal estado, insuficiente material antitanque, falta de suministros en el frente, y tácticas más propias de la Gran Guerra. Su falta de simpatía por el corrupto gobierno fascista, provocaron que Messe fuera enviado a la URSS, a modo de castigo.
Operaciones del CSIR
El Corpo italiano, estaba formado por la 52º División Motorizada “Torino”, junto a la 9ª División Motorizada “Pasubio” y la 3ª División de Caballería “Príncipe Amadeo”. Esta última, contaba con las mejores unidades de caballería del ejército italiano, acompañada, de unidades de infantería alpina, que contaban con burros para su logística. Estas unidades estaban preparadas para combatir en los Alpes, no en las estepas rusas, además que los burros, eran unidades de logística para montaña, y en terreno llano, de poco servían.
En septiembre de 1941, el ejército italiano, por fin, tuvo su primer bautismo de sangre en el Frente Oriental. El ejército italiano, en la Batalla de Petrikowka, rodearon una parte importante del Ejército rojo, capturando 10.000 prisioneros y ocasionando enormes pérdidas al Ejército Rojo, sufriendo apenas 87 muertos y 190 heridos. Un dato excepcional que contrasta con la mala opinión del público hacia el ejército italiano en los Balcanes y en África.
Los alemanes en el frente sur, tuvieron éxitos iniciales, en los que los italianos, en mayor o menor medida, tuvieron algo que ver, como el sitio de Odessa, en el que parte de la división mecanizada italiana, acabara como guarnición de la ciudad tras su ocupación para que los alemanes pudieran seguir avanzando y no prescindir de sus unidades.
La artillería italiana del 72º Regimiento había, técnicamente, destruido una posición soviética que estaba dando problemas al 80º Regimiento y capturado 600 soldados. Desde entonces, los italianos fueron empleados por el Panzer Grouppe de Kleist de la siguiente forma: los alemanes derrotaban a la fuerza principal, atacaban las ciudades, y luego llamaban al Cuerpo Italiano para despejar las zonas de resistencia soviética.
A finales de noviembre de 1941, los italianos dejarían de ver la acción durante un tiempo. Su trabajo se limitó a ocupar las zonas conquistadas como fuerza de ocupación, o pertrechar una línea estática en el frente, donde sus unidades estaban más cómodas y sabían luchar mejor. En diciembre, con temperaturas bajo cero, y apenas suministros, la 3ª División de Caballería fue atacada por una contraofensiva soviética bastante poderosa.
Los italianos tomaron posiciones, y supieron no solo resistir la posición que habían montado, sino avanzar y hacer retroceder a los soviéticos, mucho antes de que la fuerza Panzer llegara para repeler la ofensiva.
La Batalla de Navidad (1941) fue aclamada, en la madre patria, como la victoria más sobresaliente del país durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes consideraron que los italianos eran soldados muy competentes, y comenzaron a mirarlos con el respeto que se merecían.
La creación del VIII Ejército y cambio de bando
Hemos detallado en las operaciones que realizó Corpo di Spedizione Italiano, participó como una fuerza de apoyo del Ejército Alemán, bastante competente pero cuya formación no estaba realizada para combatir a la fuerza soviética como lo hacían los alemanes. Los buenos resultados de Messe y los italianos en la URSS, aclamados en su patria como héroes, hizo que Mussolini, se subiese en ánimos, y decidió que el Cuerpo Expedicionario, debía aumentar de tamaño hasta formar un ejército.
El Alto Mando, gastó innumerables recursos y materiales, para armar dicho Ejército, que el país no podía permitirse teniendo el frente en África, desde tanques, piezas de artillería pesada, la mayoría de los camiones y caballos de la reserva italiana, etc. Aun así, Messe criticó que las fuerzas no estaban al completo de su capacidad material para formar el VIII Ejército, ya que el Cuerpo Expedicionario, apenas contaba con suministros.
Este nuevo enfrentamiento con Mussolini y Hugo Cavallero con Messe, provocó que fuera retirado del Frente Oriental en verano de 1942, y asignarlo a África con Rommel, a modo de exilio, y poner al general Gariboldi. Los soldados italianos, echaron en falta la visión estratégica de Messe, ya que Gariboldi, parecía un incompetente que apenas supo conocer las capacidades del nuevo ejército italiano en la URSS.
El VIII Ejército se formó con las unidades del Cuerpo, y con las nuevas divisiones 2ª División de Infantería Sforzesca, la 3ª División de Infantería Ravenna, la 5ª División Cosseria, la 156º División de Infantería Vicenza y las cuatro divisiones alpinas. En su total, formaban 229.000 soldados de infantería, 22.000 vehículos y tanques, junto a 1340 piezas de artillería.
Avance sobre el Don
En el verano de 1942, se puso en marcha, la segunda ofensiva a gran escala del Tercer Reich, esta vez, como continuación de Barbarroja, olvidarse de Moscú para concentrar una ofensiva en el sur, que llevara hacia los campos petrolíferos del Cáucaso para tener un suministro de petróleo que pudiera continuar con la invasión.
Las victorias italianas seguían en su apogeo, capturando la importante cuenca de Krasny Lutsch al sureste de Jarkov, gracias a la gran movilidad de las nuevas fuerzas Bersaglieri traídas de Italia. El 30 de julio, los soviéticos atacaron para romper el lado italiano cerca de Bobrovskiy y Baskovskiy, pero fracasaron, viendo cómo, incluso los tanques T-34, fueron un blanco fácil para los fusileros antitanque, lo que permitió que los italianos asaltaran el puente de Serafimovich, y capturaran parte de las fuerzas soviéticas con apenas bajas.
Durante la Operación Azul, los italianos tuvieron que enfrentarse, casi continuamente, a fuerzas soviéticas de gran número, sabiendo sacar ventaja de sus unidades de caballería y defender las posiciones comprometidas de los alemanes. Posiblemente, esta serie de victorias fueron suficientes, para que el ejército alemán confiara la seguridad de su flanco izquierdo en Stalingrado.
Las victorias pequeñas victorias italianas de agosto de 1942 tuvieron gran valor como armas propagandísticas por el gobierno, provocando que se hiciese oídos sordos a los problemas de suministros que sufría el VIII Ejército.
Operación Pequeño Saturno. El final de las legiones romanas
Los italianos pasaron el invierno de diciembre de 1942, en posiciones estáticas, sin material antitanque, tendrían que defender una de las zonas más comprometidas del frente de Stalingrado, la zona norte occidental, cerca de las tropas rumanas. Si bien, la Operación Urano que iniciaron los soviéticos para romper el cerco de Stalingrado, se realizó abriendo múltiples rupturas en el frente y pasando por delante a rumanos e italianos.
Es muy fácil criticar a las fuerzas no alemanas del éxito de la Operación Urano, pero en realidad fueron los alemanes los que se buscaron su propia suerte. El Alto Mando Alemán, informó que el sector norte del frente de la ciudad no contaba con suficientes unidades de reserva para un contraataque. Además, los alemanes apenas contaban con 50 unidades panzer en retaguardia para apoyar los flancos contra un número ocho veces superior en número de blindados soviéticos.
Según la fuente de Glantz, los soviéticos desplegaron sobre el Don 425.000 soldados, 1.170 carros de combate, 5.000 cañones y morteros, contra fuerzas rumanas e italianas con apenas material antitanque. Sorprendentemente, al comienzo del ataque, los rumanos sucumbieron en un breve suspiro, pero los italianos, milagrosamente, consiguieron paralizar la ofensiva soviética en un frente de 60 km de ancho y recuperar sus posiciones originales antes del ataque, una hazaña que se tiende a olvidar por el público general y la historiografía.
El 17 de diciembre, el general Vatutin del Ejército Rojo, apenas había conseguido hacer retroceder al VIII Ejército Italiano de sus posiciones. Si no fuera de la reserva estratégica de Zhukov, éste habría tardado tiempo en superar las líneas italianas. En estas reservas, había dos cuerpos blindados, en los que se contaban los KV1 y T-34 soviéticos. Los italianos, con apenas munición para resistir otro asalto, y mucho menos material antitanque, sucumbieron ante la intimidante presencia de los tanques soviéticos.
El VIII Ejército no pudo sostener la línea, y se abrieron múltiples fisuras, que obligaron a los italianos a huir a una posición donde el Panzerkampfgruppe pudiera auxiliarlos, pero todo fue en vano.
El 18 de diciembre de 1942, los italianos se retiraron. Algunas unidades, decidieron quedarse en sus posiciones para dar al 2º Cuerpo a cubrir las fugas, pero acabaron cayendo, uno a uno, todos los puntos sucumbieron. Ese mismo día, las tropas rumanas se vinieron abajo también, y los alemanes, poco pudieron hacer para detener a la ofensiva en sus posiciones en el Cir.
El dramático final del VIII Ejército y la aventura italiana
Los supervivientes de la 3ª Celere, la Sforzesca, la Pasubio y la legión corata, junto a los alemanes de la brigada Schult, realizaron una huida en columna hasta Meskovskaja para encontrarse al resto del ejército alemán. Otros 20.000 italianos quedaron atrapados en el “Valle de la Muerte”, donde, cercados por el Ejército Rojo, lucharon hasta el final, siendo abatidos o capturados.
El drama no terminaría en la derrota, ya que parte de los supervivientes tuvieron que hacer un largo recorrido hasta la base alemana a 30 ºC bajo cero. El último grupo en zafarse, fueron 5.000 italianos que junto a 6.000 alemanes al mando del general Kreysing, supieron defenderse en Millerovo y sobrevivir mediante un suministro aéreo, hasta poder escapar hasta Vorošilovgrad y Kamensk.
La Operación Urano y Pequeño Saturno, no sólo había supuesto un duro golpe a Alemania, sino que acabó con los sueños y esperanzas del régimen de Mussolini de una victoria pronta y fácil, desvaneciéndose toda esperanza de formar el Imperio Romano. El VIII Ejército resultó la derrota final de Italia, al igual que la derrota del Afrika Korps en 1943.
Parte del mejor armamento y divisiones italianas: carros de combate, veteranos, unidades de élite, artillería, camiones y caballos, se había perdido en su totalidad en esta aventura. Los supervivientes fueron repatriados a Italia, tras un llamamiento del Duce, mientras que los prisioneros acabaron siendo devueltos en verano de ese mismo año al gobierno italiano tras la rendición del país a las potencias occidentales.
Ante todo, este artículo tiene la intencionalidad de dar a conocer una historia poco conocida de la Segunda Guerra Mundial, y valorar la valentía de las tropas italianas en la URSS lejos de los estereotipos y simplificaciones que suelen darse, y quitarles toda responsabilidad hacia una Inteligencia alemana que brillaba por su ausencia.
Bibliografía
- Faldella, Emilio (1959). “L’Italia nella seconda guerra mondiale”. Cappelli Bologna
- Glantz, David M.; House, Jonathan M. (2017); “Choque de titanes, la victoria del Ejército Rojo sobre Hitler”, Desperta Ferro Ediciones, Madrid.
- Jowett, Philip S. (2000); “El ejército italiano 1940–45 (1): Europa 1940–1943” . Osprey, Oxford – Nueva York,
- Rodrigo, Fernández, Rafael (2017); “Operación Pequeño Saturno. La destrucción del 8º Ejército Italiano en el Don (Diciembre 1942 – Enero 1943)”, Desperta Ferro Ediciones.
- Veronesi, Mario (2009); “La mía Rusia. Diario di guerra”, Universidad Italiana, Milano.